En este mismo espacio ya hemos referido
diversas situaciones que tuvieron a María Félix como protagonista. Una nota de
prensa publicada en estos días nos invita a evocar nuevamente a la Doña. Fue
ella misma quien describió el vínculo tan estrecho que durante la niñez y la
adolescencia la unió a su hermano Pablo, tal como lo narra Enrique Krauze:
(...) me contó, me reveló, la historia
de su primer amor. Recordó los paseos a cabaIlo abrazada a él, como soldadera,
recordó su voz y su guitarra, su lunar en la mejilla, sus ojos claros, los
rizos de su pelo rubio, su apostura cuando llegó a Guadalajara vestido con su
riguroso uniforme militar. Las piernas le temblaban al verlo. Le decía el Gato
y sobre su sentimiento acuñó una frase memorable: "El perfume del incesto
no lo tiene otro amor".
Esta delicada situación no pasó
inadvertida para sus padres, quienes optaron por actuar en forma preventiva.
“María, en efecto, ‘abría sus entretelas’. Me refirió que al advertir el
embrión amoroso entre ella y su hermano Pablo, sus padres decidieron cortar por
lo sano. Enviaron a Pablo al Colegio Militar.”
Y fue algunos años después que en el
Colegio Militar de Popotla encontraron el cuerpo sin vida de Pablo. El parte
oficial hablaba de suicidio; para María nunca hubo dudas al respecto: su
hermano fue asesinado. Ese dolor inmenso tocaría
su vida para siempre, tal como –continuando con el relato de Krauze- quedó de
manifiesto en la película La Generala.
En la vida de María, ficción y realidad
se han confundido frecuentemente pero nunca con la carga de significación de su
última película: La
Generala. En ella aparecen dos hermanos: Manuel y Mariana
San Pedro. "Entre ellos existe -según la sinopsis de la productora
Churubusco- un gran cariño y algunas actitudes que permiten suponer un amor
incestuoso." Manuel muere asesinado. Mariana lo llora, abre su ropero y se
pone su ropa, sus pantalones negros, y opera una transfiguración. Desde ese
instante será la "Generala". Más adelante conoce a Alejandro
Escandón, que es la viva estampa de su hermano. Él le pide que se casen, que
abandone su vida revolucionaria. Ella acepta, y se hubiesen casado de no ser
porque en la última escena la
Generala muere acribillada. En la vida real es Pablo, el
hermano de María, el que muere. Se sabe que María Félix, sobre todo en sus
últimas películas, ajustaba los diálogos e incluso la trama a su gusto. Es como
si hubiese hecho cuarenta y siete películas para decir eso, que ella hubiera
preferido morir en vez de su hermano. Como no fue así, se calzó los pantalones
y se lanzó al mundo a buscar una imagen que la reconciliara con su
biografía, que fundiera a los dos hermanos en uno. La última imagen de María
Félix en el cine es ésa: acribillada poco antes de casarse con Alejandro, que
es como decir su hermano. “Sólo he sido una mujer con corazón de hombre”, una
mujer con el corazón de Pablo, su hermano.
Enrique Krauze quedó intrigado respecto
a las circunstancias en que tuvo lugar la muerte de Pablo, por lo que decidió
investigar el caso y con ese objetivo recurrió a una fuente que consideró
altamente confiable.
Saliendo de su casa me comuniqué con un
historiador y militar que quiero y respeto: el general Luis Garfias. Le pedí
que gestionase la búsqueda del expediente de Pablo Félix Güereña, de quien sólo
tenía el nombre y la certeza de que había pasado por el Colegio Militar en los
años treinta. Días más tarde me llamó para decirme que lo había localizado.
Al recibir el documento comprobé el
parecido impresionante entre los hermanos -el mismo clarísimo lunar en la
mejilla- y apuré nerviosamente las páginas para confirmar la hipótesis que como
una ráfaga me había cruzado al escuchar la narración de María. Guiado como por
un imán la encontré.
La revisión de esos documentos le
permitió al historiador confirmar que se trató de un suicidio e interpretó que
María Félix se había construido una visión de los hechos totalmente distanciada
de lo acontecido. “María negó la versión del suicidio. No quise mostrarle el
documento. Lo hubiera negado también. Su hermano ‘había sido asesinado, punto’.”
Y aún más, Enrique Krauze concluye con
una reflexión en torno a las limitaciones insalvables para escribir una
biografía tomando como base el testimonio del protagonista.
Fue entonces cuando comprendí que
escribir su biografía era, en sentido estricto, imposible. Como género
hermanado a la historia, la condición primera de la biografía es la búsqueda de
la verdad. Por definición, la verdad no puede emanar del sujeto mismo de la
biografía, así tenga la "sesera" prodigiosa de María Félix.
Por lo tanto la negación del suicidio de
su hermano por parte de la actriz parecía ser una forma de resistencia, un
autoengaño para atenuar el sufrimiento.
Y así quedó la cosa.
Hasta hace unos días en que apareció una
nota en el periódico El País (13
julio de 2018) firmada por Almudena Barragán que retoma el caso.
La información hasta ahora conocida
cuenta que José Pablo Félix Güereña se suicidó después de ser enviado al
Colegio Militar de Popotla en la Ciudad de México. Durante muchos años se
insistió en que el joven tenía una fuerte depresión que le empujó a quitarse la
vida. Según la versión oficial, el cadete se disparó en la sien en 1929.
A continuación la nota de Barragán
aporta nuevos datos que surgen de la investigación llevada a cabo por la
escritora Martha Zamora.
Sin embargo, un nuevo descubrimiento
apunta a que los hechos no sucedieron tal y como se habían contado hasta ahora.
Una investigación realizada por la escritora Martha Zamora –incluida en su
próximo libro Heridas. Amores de Diego
Rivera- revela que el hermano de María Félix fue asesinado en la Navidad de
1937 dentro de la escuela militar. Ochenta años después, nuevos documentos
demuestran que a José Pablo le dispararon y su asesinato fue ocultado de la
manera más sigilosa.
Seguramente hay un error en la nota dado
que la diferencia en las fechas de la muerte son significativas: según la
versión oficial habría sido en 1929 mientras que de acuerdo a la nueva
información habría acontecido en 1937. Pero sigamos con el artículo de Almudena
Barragán
“Para investigar la verdad es preciso
dudar de todas las cosas”, dice Martha Zamora, quien tardó 11 meses en
encontrar la prueba que confirmara sus sospechas: el acta de defunción del
joven. "Cadete del Colegio Militar de 24 años, muerto el 26 de diciembre
de 1937 por herida de proyectil de arma de fuego", se lee en el documento.
“La causa de la muerte en el acta era poco precisa. No especifica dónde recibió
el disparo. Si la herida de bala fuera en la sien, así se hubiera
especificado”, relata Zamora, quién empezó a sospechar del misterio que
envolvía esta muerte y que en la actualidad sigue guardándose con celo. Pese a
las solicitudes de información de la escritora, el Ejército mexicano no ha
ofrecido ninguna respuesta, argumentando que no pueden proporcionar esa
información. (…)
Martha Zamora se dio cuenta que el
informe forense arrojaba mucha más información que el acta de defunción del
muchacho. El médico forense lo describió como un "homicidio", algo
que omitieron en el acta de defunción. El papel dice además que José Pablo
tenía un golpe en un ojo y un disparo en el pecho a corta distancia, "lo
que induce a asumir que el agresor era una persona conocida de la
víctima", explica Zamora. Pese a las evidencias demostradas por el
Ministerio Público, el procurador de justicia en el Distrito y Territorios
Federales (equivalente al Fiscal General del país) ordenó que no se le
realizara la autopsia al cadáver. "Fue solicitado por un alto personaje
del Gobierno y el cadáver se llevó al Hospital Militar, según lo que dice un
artículo de prensa esa misma noche, sin firma. De ahí, a enterrarlo",
detalla la escritora, quien desmiente con su investigación cómo se había
contado la muerte de Pablo Félix hasta ahora. Entre ellas, la versión de Sergio
Almazán autor de la novela biográfica de la actriz Acuérdate María (2014), que sostiene que el joven se suicidó.
Muchos indicios llevan a Martha Zamora –siempre
citada por Barragán- a sospechar en este asunto.
"Llama la atención la premura con
que se llevó a cabo todo el trámite, su entierro inmediato pese a la muerte por
herida de arma de fuego", dice Zamora. "Al no tener examen postmorten
no conocemos la trayectoria de la bala ni su calibre. No se hizo examen de
pólvora en sus manos, ni se sabe si el cuerpo se movió de lugar, nada que aclare
lo que sucedió. Las fotografías tomadas en el levantamiento del cadáver no
están en el expediente", analiza la escritora.
El cadáver de José Pablo apareció en el
depósito del Escuadrón de Cadetes, un lugar poco transitado del Colegio
Militar, en un momento en el que la escuela estaba prácticamente vacía por
tratarse de las vacaciones de fin de año.
En su nota Almudena Barragán comenta -que
de acuerdo con las investigaciones realizadas por Zamora- entre las muchas
irregularidades del caso se encuentra la explicación oficial de los hechos que rápidamente
se hizo circular en la prensa.
La escritora sospecha que igual que
alguien aceleró el entierro de Pablo, también se encargó de enviar una versión
"fabricada" de lo sucedido al periódico más importante de México. El
artículo que publicó el Excélsior
daba más detalles que el propio forense: "Se privó de la vida el cadete P.
Félix Güereñas. No dejó ninguna carta (...) por lo que el móvil que lo impulsó
a matarse está en el misterio", dice el artículo. "Algunos compañeros
dicen que aunque se le veía con mujeres, sabían bien que de ninguna de ellas
estaba enamorado y para él constituían amoríos pasajeros, por lo que no
consideran que se trate de una decepción amorosa".
"El periódico dice que Pablo tenía
21 años, en realidad tenía 24. También cuenta el tipo de arma que fue utilizada
y que esta se encontraba junto al cadáver, sin embargo el Ministerio Público
nunca documentó tal cosa", replica Martha Zamora mientras enumera las
inconsistencias del caso.
Por último, el lugar donde fue enterrado
el hermano de María Félix fue una fosa perteneciente al Gobierno de la Ciudad
de México en el Panteón Sanctórum cerca de Toreo y la Calzada México Tacuba.
Del lugar donde reposa Pablo y el Panteón Francés de San Joaquín, donde está la
capilla de la familia Félix, hay solo una tapia que les separa. "Ella
enterró ahí a sus padres y a su hijo pero, aunque declaraba no haber dejado de
pensar nunca en el hermano, aparentemente no visitó su tumba", cuenta
Zamora. Pese a todo estaba muy cerca del resto de la familia.
"Probablemente no se pudo lograr la exhumación del cadáver de Pablo debido
a que la familia Félix no contaba con documentos de propiedad de la fosa",
argumenta la autora de la investigación.
Las preguntas no se hacen esperar: ¿por
qué María Félix estaba tan segura de que su hermano había sido asesinado?,
¿alguien le proporcionó esa información?, ¿quién mató a Pablo Félix?, ¿por qué
encubrieron el acto?, ¿quiénes ordenaron difundir la versión oficial?, etc.
Así pues, al cabo de los años
descubrimos que la Doña tenía razón.
Cuando menos hasta hoy. Ya se sabe cómo
es esto de la historia que siempre está abierta a revisionismo. Bien pudiera
suceder que en un tiempo apareciera una nueva investigación que…