domingo, 18 de septiembre de 2011

Entre la persona y el personaje


No son pocos los casos en que al llegar a cierto nivel de fama y reconocimiento, la persona corra el riesgo de creérselo y en el momento del inevitable declive las cosas se complican; difícil que el personaje abra paso a la persona.

Ilustración: Margarita Nava
Se cuenta que en ocasión de una fiesta, al notar en determinado momento que no era suficientemente reconocido, Johnny Weismüller -actor que personificara al protagonista de la famosa serie- se levantó de su asiento y comenzó a gritar: "¡Yo soy Tarzán!, ¡yo soy Tarzán!"

Este proceso no sólo es difícil de asimilar para el propio protagonista, sino también para quienes estuvieron cerca de él en su momento de esplendor; así, se presentan algunos casos patéticos de quienes sufrieron un rápido descenso en la estima social. Uno de ellos es el del brasileño Garrincha, quien fuera gran jugador de futbol comparado en su época nada menos que con Pelé. Una vez retirado de la práctica del deporte, el alcohol, la droga y otras circunstancias fueron deteriorando su vida. Se cuenta que un día cuando se ganaba el sustento cuidando carros en las proximidades del estadio de Maracaná, se reencontró con un periodista que al reconocerlo afirmó: "Pero Garrincha, ¡usted ya no es usted!"

Existen también muchos casos en contrario, el de quienes aun habiéndose desarrollado en ambientes muy mediáticos y prestigiosos supieron preservar su persona de los embates que provenían de la fama. Para enfrentar estos vaivenes de la existencia se requiere un autoconcepto adecuado que ni subestime ni sobrevalore.

Dice Jorge Valdano: El problema de irse a los extremos es que cuesta mucho volver y no hablo de tácticas. (…) [A Emilio Butragueño] de entrada la fama lo cogió por la solapa y empezó  fantasear con él: ¿eres Pelé?, ¿otro Platiní?, ¿nuestro Maradona? En la intimidad, Emilio ponía las cosas en su sitio: "Están locos, socio". Con el tiempo, la imagen que devolvía el espejito se fue deformando y la fama empezó a preguntar impertinencias: ¿eres un invento?, ¿eres un ex futbolista?, ¿eres un tarugo? La intimidad servía una vez más para enderezar el rumbo: "Están locos, socio". Ese equilibrio natural le permitió a Butragueño estar de acuerdo consigo mismo mientras los demás viajaban en péndulo. 

Tomado del Libro "La persona y sus desafíos" 
de Gerardo Mendive, México 2006
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