martes, 25 de mayo de 2021

Magia

 

La vida está poblada de acontecimientos mágicos. Algunos de ellos tienen que ver con la intimidad de nuestras vidas formando parte de la cava personal; otros, se vinculan con adelantos que en su momento (y a veces, mucho tiempo después) nos parecían increíbles.

Ana María Shua tiene algo que contar a ese respecto.

Cuando mi suegro quería decir que algo había sucedido como por arte de magia, usaba una jubilosa mezcla de inglés y polaco “¡Hokus pokus, amerikanski focus!” es decir, en traducción al castellano, “Abracadabra, la lamparita americana”.

¿De dónde venía aquello? Ella misma lo esclarece

Así se habría celebrado en su momento, en Polonia, la llegada de la luz eléctrica. Nunca encontró una forma más gráfica de referirse a la sensación de magia y maravilla frente a ciertos avances tecnológicos. Que también provocan miedo y resistencia, por supuesto.

Recuerdo que cuando en mi ya muy lejana infancia -¡ay!- aparecía quien relataba algo que tenía toda la apariencia de ser mentira o exageración, era usual que replicáramos con un tajante: “¡Contámela en colores!” (¿vendría aquello de tiempos en que fotografía y cine eran en blanco y negro?)

Muchas son las evidencias que transcurrido el tiempo, adelantos tecnológicos o situaciones que en el pasado se estimaron imposibles, pasaron a ser habituales en nuestras vidas.

Así la lista es larga de aquellas cosas que nos la contaron a colores y se hicieron realidad.  

martes, 18 de mayo de 2021

Para que ya se dejen de andar diciendo pendejadas…

 

Tras varios meses de ausencia, hace unos días regresé al club que reabrió sus puertas con las debidas medidas sanitarias y aforo restringido, tal como lo indican los protocolos vigentes en la actual situación.

Mucho me alegró poder retomar la poca actividad física recomendada a esta edad provecta (dicho sea esto con las reservas del caso, dado que la expresión se refiere a quien alcanzó la madurez…), así como el reencontrarme con los pocos amigos y muchos conocidos con quienes allí coincido.

En los clubes, el vecindario se organiza por la zona de vestuario en la que uno se ubica habitualmente. Y allí hay colegas que uno tiene vistos desde hace años y sin embargo no ha intercambiado más que un “buen día” o un “hasta mañana”.

Pues bien, llego a cambiarme y me encuentro con uno de estos conocidos tan desconocidos a quien visiblemente se le desacomoda el rostro, pero no interrumpe la plática en la que estaba enfrascado con otro socio.

Me mira con extrañeza y, de manera súbita, pone punto final a aquel diálogo que aun tenía futuro.

Así fue como sin preámbulos declaró inaugurado el primer intercambio que hemos sostenido en décadas:

-Disculpe, ¿usted no es uruguayo? -preguntó

-Sí.

-Es que… es que… es que andan diciendo que al uruguayo que venía desde hace años al club y que se cambiaba en esta fila, le dio COVID y se… y se… y se… murió.

-¡Ah, caray!... Hasta ahora no me enteré por lo que creo estar en condiciones de desmentir tal información…

-¡Qué bueno que lo veo y que está bien! Le voy a avisar a mis compañeros para que ya se dejen de andar diciendo pendejadas…

-Muchas gracias, se lo agradezco.

-Hasta mañana.

-Hasta mañana.

lunes, 17 de mayo de 2021

Por si tienen alguna sugerencia al respecto...

 

En sus más de diez años de existencia Habladuría ha creado un vínculo con quienes lo visitan, en base a esa confianza les comento que llegó el momento de hacer lo posible para encontrar un lugar, una sede para el Espacio de Búsquedas y Encuentros Alternativos (EBEA)

A lo largo de muchos años he visitado librerías de viejo (tanto en CDMX como en diversas ciudades del país, así como en Uruguay y Argentina) en busca de libros sobre muy diversos temas como: desarrollo personal, educación, gastronomía, fútbol, política, arte, personajes, lugares, moda, nota roja, bohemia, biografías, etc.

La adquisición de textos ha estado dirigida a una amplia miscelánea temática y gracias a ello he logrado reunir un acervo muy peculiar que podría identificar como Biblioteca para lectores de intereses dispersos, en la que no faltan algunos títulos de ediciones recientes.

El fondo bibliográfico consta de aproximadamente 4.000 volúmenes que corresponden en forma casi exclusiva a los géneros de ensayo y crónica.

Es así como he desarrollado un programa que comprende tres instancias:

  •  una biblioteca que pueda servir en tanto apoyo a quienes estén trabajando en una amplia variedad de temas, así como a aquellos que buscan algo que pudiera ser de su interés. Pienso en: jóvenes motivados en explorar algún área particular, adultos que desean escribir un ensayo acerca de temas que consideran relevantes, guionistas en desarrollo de proyecto, quienes procuren enriquecer un proyecto creativo en proceso o aquellos que simplemente disfrutan de la lectura
  • un Almacén de anécdotas, citas y afines que cuenta con más de 800 artículos, 1.500 bases de temáticas y aproximadamente 10.000 anécdotas breves y citas que pueden apoyar a quienes lo requieran. En relación a esto -y en el caso de contar con los recursos necesarios imprescindibles para un programa de esta dimensión- sería posible organizar un fondo de apoyo temático para educadores, quienes de esta manera podrían contar con un conjunto de textos breves que pudieran respaldarlos en tanto motivadores para el desarrollo de sus cursos
  • los años de trabajo en esta línea me han permitido proponer diversos cursos, talleres y pláticas

Es momento de pasar a otra etapa, la de encontrar un lugar adecuado donde: a) instalar esta biblioteca y centro documental; b) brindar asesoría personal a quienes estén trabajando o quieran iniciar un proyecto; c) llevar a cabo cursos, talleres y pláticas.

También existe la opción de brindar estos servicios en diversas sedes, tanto en forma presencial como virtual.

Si los lectores del blog tuvieran algunas sugerencias al respecto, agradeceré me las hagan llegar.

Un cordial saludo

Gerardo Mendive

Tel. 5541262798

gemendive@yahoo.com.mx

martes, 11 de mayo de 2021

Historia clínica de Luis XIV

 

Tarde o temprano la enfermedad también alcanza a los poderosos de este mundo porque -como dice Josep Maria Esquirol- el ser humano es “vulnerable y está amenazado por la herida, la enfermedad y el envejecimiento”.

Describir con lujo de detalles cuestiones de salud, fuera del ámbito facultativo, es cosa de mal gusto por lo que Andrés Trapiello recomienda que “nunca hay que entrar en detalles, pócimas, análisis, cánulas, diagnósticos, tratamientos…”

Tal vez por ello los informes en relación al estado de salud de personajes prominentes habitualmente se mantienen bajo estricta reserva, pero aun así las filtraciones, también en este campo, siempre han existido. Ello permite a José Jiménez Lozano informar que “(…) la fístula anal del cardenal Richelieu que recibía a sus visitas en la silla donde defecaba, porque esta tarea podía llevarle horas, influía en sus decisiones políticas (…) de manera negativa, porque esa trabajosidad le inclinaba a denegar”.

Gracias a una de las muy recomendables reseñas bibliográficas de Wislawa Szymborska podemos asomarnos al estado de salud del rey Luis XIV.

En los archivos franceses se guardaba una auténtica rareza: el Diario de salud de Luis XIV, el cual fue sucesivamente pasando por las manos de todos sus médicos personales. Durante más de sesenta años fueron sistemáticamente anotando sus reales indisposiciones y cómo estas fueron sanadas.

Evidentemente -de acuerdo con Szymborska- dicho monarca no la tuvo nada fácil.

Pone los pelos de punta. Durante el tiempo descrito, a Su Alteza le realizaron más de dos mil lavativas. En el intervalo que transcurría entre ellas, le hacían vomitivos. Además, le sacaban sangre a todas horas, incluso cuando se sentía bien, “por precaución” y con dedicación, para depurarle el organismo…

Claro está que “después, naturalmente, había que tratar las consecuencias de ese tratamiento y, acto seguido, las consecuencias de tratar esas consecuencias…”, en un ciclo que parecía no tener fin.

Concluye Wislawa Szymborska que “el rey debió de ser un espécimen extraordinariamente fuerte, con unos genes programados para aguantar ciento veinte años de vida, ya que, gracias a esos métodos, vivió prácticamente hasta los ochenta años de edad”.

Los demás no corrieron con la misma suerte: “Sus súbditos vivieron menos. La media de edad se situaba en los veintiocho años”.

martes, 4 de mayo de 2021

Prejuicios

 

Los prejuicios abundan en las miradas parciales, incompletas, simplificadoras. Miradas que no ven buena parte de la vida.

Uno piensa que los portadores de prejuicios siempre son los otros, quienes a su vez los identifican en uno y según Mario Levrero llegan para quedarse.

Es difícil descubrir los propios prejuicios, que se afincan en la mente acompañados de una especie de soberbia, no me explico de qué extraña manera. Esos enanos se instalan allí como absurdos dictadores, y uno los acepta como verdades reveladas. 

Eduardo Mallea enuncia una peculiar explicación acerca de ellos.

Tenemos dos ojos y miramos las cosas con los dos, pero a la gente con uno solo. Ese ojo ciclópeo es el gran deformador y el gran parcializador. El hombre emite por ese ojo su maligno rayo despreciativo: el rayo del prejuicio o juicio prevenido. Todo un sector del otro hombre mirado por ese ojo único queda sumido en la sombra; sólo aparece luminoso el sitio señalado por el rayo, el sitio denunciado e incriminado.

Y claro que -sostiene el mismo autor- cuando el prejuicio quiere pasar por juicio las cosas se complican: “(…) no hay (…) espectáculo más infernal y repugnante que el del prejuicio enarbolado como juicio”.

Ahora bien, el prejuicio de acuerdo con Andrés Trapiello no solo se orienta hacia las personas sino también apunta a lugares.

Hay lugares de una ciudad en los que nunca reparamos, en los que jamás nos detendríamos… hasta un día. Son lugares de los que hemos prescindido por uno de esos prejuicios tontos, como por prejuicios prescinde uno de músicos, escritores, pintores durante… hasta un día. 

Sí, … hasta un día en que es posible empezar a abandonarlos, dejarlos de lado, recuperar la mirada, proceso extraordinario en el desarrollo personal. ¿Todos? No algunos, poco a poco. Eduardo Mallea presenta un camino que suele destruir al prejuicio: el paso del tiempo.

Sólo cuando paso a paso empezamos a perder nuestro poder ante la muerte y con los años nos tornamos de invulnerables en vulnerables, el otro ojo empieza a funcionar y la visión, quitando fuerza al rayo ciclópeo, se completa y humaniza hasta perder toda malignidad y hacerse juicio justo. El hombre a quien había mirado nuestro ojo deformador aparece entonces iluminado completamente; y sus profundos atributos compensatorios empiezan a merecer nuestra compasión y nuestra simpatía.

Pero también puede suceder lo contrario, que el paso del tiempo convertido en vejez terminé por solidificarlos, que ya no solo se confundan con juicios sino, y lo que es aun peor, con la verdad.

Hay que tener valentía y arrojo para luchar contra los prejuicios, tal como lo apunta Levrero.

Muy de tanto en tanto y por algún accidente o azar uno se siente obligado a revisar un prejuicio, discutirlo consigo mismo, levantar una punta y mirar a través y atisbar cómo es la realidad de las cosas. En esos casos es posible desarraigarlo.

Claro que, según el mismo autor, hay tarea para rato porque “(…) quedan en pie todos los demás, disimulados, llevándonos desatinadamente por caminos erróneos.”

La vida es corta y con prejuicios, estrecha. Así se corre el riesgo de que uno se vaya de este mundo sin saber en dónde estuvo.