Al momento de encontrar o despedir a
alguien existen muy diversas maneras de saludarse. De acuerdo con el
diccionario son formas de cortesía y amabilidad que expresan interés y consideración,
tal como lo sugiere la palabra: desear que el otro goce de salud.
Una parte del saludo tiene que ver con
lo no verbal: apretón de manos; abrazo; uno, dos, tres o … besos en la mejilla,
la boca, la frente; dar la mano, luego un abrazo, volver al apretón de manos;
hacer un complejo y largo juego de dedos, mano, codos, pecho, etc. como
acostumbran algunos jóvenes; frotar narices como dicen acontece por otros
rumbos; sacarse el sombrero; agitar la mano o un pañuelo; bendecirse y tantos
etcéteras.
Los saludos también se manifiestan con
palabras que han ido cambiando en el transcurso del tiempo, tal como lo comenta
Homero Alsina Thevenet
En épocas más gentiles y menos ateas,
los seres humanos se despedían entre sí con la frase "A Dios te
encomiendo". Con el paso de los siglos tuvieron menos tiempo de conversar,
así que abreviaron la frase a su comienzo, diciendo "A Dios..."
y después "adiós". Esto ocurrió no sólo en español sino
también en francés e italiano, que promulgaron así las palabras "Adieu"
y "Addio".
En inglés ocurrió
algo similar pero menos conocido. La frase original era "Dios sea contigo", dicha como "God Be With You". Después fue
abreviada a "Goodbye". Cuando los ingleses y
norteamericanos tienen poco tiempo, la abrevian aun más, a "Goodby", tesis que el diccionario Webster’s convalida.
Hay personas –así como también acontece
con ciertos pueblos- que son más saludadoras e incluso llegan a extremos como
el citado por Noel Clarasó.
[Anatole] France iba un día por la
calle, pasó un entierro y él se quitó el sombrero. Un amigo que le vio, le
dijo:
-Me gustaría saber a quién ha saludado.
A los curas es de suponer que no, puesto que no sois partidario; a los
enterradores es de suponer que tampoco, puesto que no les conocéis; y al muerto
es de suponer que tampoco, puesto que está muerto y no os puede devolver el
saludo. ¿A quién saludaba, si se puede saber?
-He saludado a la muerte, y la saludo
siempre que la veo. Me gusta estar bien con aquellos que un día u otro,
fatalmente, serán mis compañeros.
También existen saludos por encargo que responden
al dicho habitual de “ahí me lo saludas” (no confundir con el albur que con
otra entonación recurre a las mismas palabras) como el que narra Juan José
Arreola.
El barco, me dijeron, partía en unos
días, de modo que mi salida de París fue muy precipitada. Pude hacer ya muy
pocas cosas. Por ejemplo, mi padre me había pedido que fuera a Los Inválidos,
para visitar en su nombre la tumba de Napoleón. Mi padre lo admiraba, y yo
recuerdo mucho un libro que él tenía y que ilustraba a Napoleón en su lecho de
muerte en la isla de Santa Elena y, a un lado, la muerte que le tendía los
brazos. Por la premura, tuve que tomar un taxi a Los Inválidos y pedirle al
taxista que me esperara unos minutos. Corrí al sepulcro y, frente al cenotafio,
bajo la cúpula gigantesca, tuve un recuerdo para mi padre. Creo que incluso me
santigüé. Señor Napoleón Bonaparte, Felipe Arreola Mendoza, de Zapotlán el
Grande, Jalisco, le manda a usted sus saludos y homenajes y reza por mis labios
una oración. Salí corriendo.
Sin pretender agotar el tema, ¡ni
mucho menos!, algunos saludos de carácter religioso son: “Paz y Bien”
(Franciscanos), “(…) que Dios guarde por muchos años. Amén”. (Artemio de Valle-Arizpe);
“señor que tenga buena tarde y que Dios lo acompañe” (un taxista); “y, como
usted dice, ‘que Dios nos proteja en todo y siempre’. Amén” (Clarice Lispector);
“que la bendición del Dios de la Vida nos acompañe y guarde. Brille la Luz en
nuestras opciones” (Mauro Morelli); “que Dios los bendiga y se curen pronto” (al
despedirse una señora se dirige a todos los que están en la sala de espera del
consultorio médico). Y en este mismo rubro están –entre tantos otros- los
clásicos: “¡Dios nos bendiga!”, “¡que Dios lo acompañe!”, “¡vaya con Dios!”,
“¡sea por Dios!”, “¡hasta mañana si Dios quiere!”, “¡que Dios me los bendiga!”,
etc. Cierta ocasión en una Central Camionera dos conductores se despedían con
el siguiente intercambio:
-¡Que tengan muy buen viaje!
-¡Eso espero!
-Con la decisión del Primerísimo es
suficiente para que así sea.
En el ámbito laico además de los saludos
habituales existen otros que tienen perfil propio; veamos algunos: “¡salud y fortuna!”
(León Felipe); “deseo que en tanto volvamos a vernos, gocen ustedes de cabal
salud” o “que entre tanto gocen ustedes de todos los privilegios de la vida” (Ernesto
de la Peña); “que larga vida tenga y yo la vea” (dicho popular); “goce puerto
el navegante y de salud el enfermo” (dicho popular); “suerte, buen viento y buena
caza” (Arturo Pérez-Reverte); “hasta luego y ¡qué se alivie!” (señora se
despide de un enfermo); “¡ándele!, nos estamos mirando” (dicho popular). Por
otro lado están los saludos gremiales como el clásico: “¡buen vuelo!” con que
se despiden los pilotos en el aeropuerto.
Entre
los muchos saludos en distintos idiomas indígenas es posible citar “tanesque”
(náhuatl) al que se adjudican traducciones como “que se haga la luz en tu
vida”, “nuevo amanecer” o “luz de un nuevo día”.
Para culminar digamos que tal como están las cosas no conviene perder de
vista los saludos que
tienen que ver con la invitación al cuidado: “ahí te cuidas”, “te me cuidas”, “y por favor, ¡cuídenseme mucho!” (Enrique Galván Ochoa); porque como decía Germán
Dehesa “(…) te pido
que salgas bien arropado, porque el tiempo está muy cambiante y no me parecería
nada bien que se te resfriara el alma”.
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