martes, 26 de septiembre de 2017

La tentación del no ver


Vivimos confrontados a la injusticia, la inequidad, la pobreza. Quienes disfrutamos de privilegios que nos alejan de situaciones límites, estamos permanentemente tentados a “pasar sin ver” (como afirma el dicho mexicano), a hacer de cuenta que los demás son lo de menos.   

En este espacio habitualmente recurrimos a sucedidos, historias, anécdotas. En este caso se trata de una excepción porque el tema considerado nos remite a un pequeño fragmento de un cuento cuya autoría corresponde a Julio César da Rosa. 

Cualquier individuo que estuviera necesitando un pueblo como aquél para venderle verduras, en cualquier pueblo que estuviera necesitando un individuo como Carmona para comprarle verduras, habría juntado plata vendiendo verduras. Cualquier individuo, menos Juan Carmona. Años anduvo empujando pueblo adentro aquella carretilla llena hasta los topes y empujándola pueblo afuera sin un rábano adentro. Años. Pero Carmona no era hombre para volver a las casas con la carretilla llena, allí donde se había encontrado con tanta gente de barriga vacía. 



Cuenta Julio César da Rosa la manera en que Carmona se vio enfrentado a la tentación del no ver.

-Lo que usted tiene que hacer para no ver esas cosas, es cerrar los ojos.


Le dijo una vez un cliente de allá del centro. Juan tuvo que morderse, para no contestarle lo primero que le vino a la boca: “Pero pasa que no los cierro, ¿y?”. Se mordió. Entonces pudo preguntarle:
-¿Y después?
-Después, ¿qué?
-¿Cómo duerme?
-Lindo no más. Usted no vio nada.
-Mire, ve igual. Hay cosas que no se ven con los ojos.
Empuñó los brazos de la carretilla y salió al tranco largo, para cortar. No fuera cosa de perder un buen cliente por discutir bobadas.

Ver o no ver, esa es la cuestión. O cuando menos su inicio.

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