jueves, 7 de febrero de 2019

El patrono de los estudiantes y los aviadores


Difícil encontrar ciudad, pueblo u oficio que no tenga su patrono de cabecera. Las historias en relación a cómo quedaron asociados a determinado gremio no dejan de ser asombrosas. Adolfo Bioy Casares da cuenta de una de ellas.

Santoral. San José de Cupertino. Nació en 1602, en Cupertino, pueblito napolitano. Su familia era muy pobre. Porque no tardó en demostrar incapacidad para el estudio, sus padres lo sacaron de la escuela y lo colocaron de aprendiz de remendón; era tan desmañado que no logró aprender el oficio. A los 17 años entró como hermano lego en un convento franciscano; al poco tiempo lo despidieron, por inservible.

(Permítaseme introducir un largo paréntesis sobre este punto ya que me llama la atención que haya sido expulsado por los franciscanos y diré el por qué de mi asombro. Hace no mucho tiempo coincidí en un evento con frailes franciscanos y pregunté a uno de ellos cómo había ingresado a la orden. Me comentó que había sido aspirante al clero secular pero fue rechazado sin contemplaciones en la prueba de admisión. Al ver su desencanto, el maestro de seminaristas le dijo: “No te pongas triste: ve con los franciscanos que ellos admiten a cualquiera…”. Y agregó: “Desde hace cuarenta años soy fray Cualquiera, ¡para servirle!”).

Pero volvamos a la historia de San José de Cupertino, siempre en versión de Bioy Casares.

Trató de ingresar en la orden de los Capuchinos, pero lo rechazaron. En 1621, por la recomendación de un tío suyo, lo admitieron en Santa María de Grosella, como oblato. Allá los padres superiores comprendieron pronto que, en su caso, la santidad se escondía bajo la rudeza y lo consideraron digno del sacerdocio. El estudio fue para él un verdadero suplicio, porque sus facultades mentales eran escasas; sin embargo, pasó los exámenes milagrosamente y fue orde­nado el 18 de marzo de 1628.

Seguramente las muchas adversidades que debió superar el patrono de los estudiantes por sus limitaciones, constituye un aliciente para muchos jóvenes que reprueban en forma reiterada sus exámenes y que no deben darse por vencidos emulando a su santo patrono.

Hasta aquí lo que tiene que ver con los estudiantes. Pero… ¿y lo de los aviadores?; Adolfo Bioy Casares nos saca de dudas.

Se retiró a orar. Durante los arroba­mientos permanecía en suspenso en el aire, en suave levitación; por esto y por los milagros que le atribuyeron, intervino el Santo Oficio. Fue largamente examinado y se llegó a la conclusión de que no había "nada censurable en fray José". Murió, como lo había predicho, el 18 de septiembre de 1663. Clemente XIII lo canonizó. Es patrono de los estudiantes y también, por ser llamado el Santo Volador, de los aviadores.

Finalmente digamos que -debido a que predijo con exactitud la fecha de su muerte- también pudo haber sido el patrono de videntes y adivinos, aunque dudo mucho que la Iglesia preste cobertura a este tipo de actividades.


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