martes, 25 de septiembre de 2012

Hay de cantinfleadas a cantinfleadas


No sé si Cantinflas pueda ser considerado patrimonio histórico de la humanidad pero en relación a Latinoamérica no cabe la menor duda que sí lo es. Cantinflas ha hecho (y hace) reír a distintas generaciones que habitan diversas geografías, al tiempo que tiene una rara virtud reservada a los grandes: en sus mejores películas es posible reírse con carcajadas de estreno aun de aquello que se recuerda por haberlo visto infinidad de veces.

Una de sus peculiaridades más notables es la manera de hablar. Tal es así que desde hace varios años el Diccionario de la Real Academia Española introdujo el verbo “cantinflear” al que define como: “Hablar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada; actuar de la misma manera.” Gracias a esa locuacidad inconducente y al doble sentido de sus palabras, Cantinflas salía adelante ante cualquier situación conflictiva que se le presentara, logrando escabullirse de los problemas mientras generaba un sentimiento de enorme simpatía hacia el personaje. Luis González cita uno de sus discursos más desopilantes.

A nadie pudo haber escogido Lombardo (Toledano) mejor que a mí para solucionar la solución del problema... Como dije, naturalmente, si él no puede arreglar nada y dice mucho, a mí me pasa lo mismo... ¡y ahora voy a hablar claro! ¡Camaradas! Hay momentos en la vida que son verdaderamente momentáneos... Y no es que uno diga, sino que hay que ver. ¿Qué vemos? Lo que hay que ver... No digamos... pero sí hay que comprender la psicología de la vida para analizar la síntesis de la humanidad, ¿verdad? Yo creo, compañeros, que si esto llega... porque puede llegar y es muy feo devolverlo... Hay que mostrarse como dice el dicho... Debemos estar todos unidos para la unificación de la ideología emancipada que lucha... ¡Obrero!, proletario por la causa del trabajo que cuesta encauzar la misma causa... y ahora, ¡hay que ver la causa por la que estamos así! ¿Por qué han subido los víveres? Porque todo ser viviente tiene que vivir, o sea el principio de la gravitación, que viene a ser lo más grave del asunto....

Existen diversos puntos de vista en cuanto a lo que significa “cantinflear”. Para algunos es perderse en las palabras y no decir nada, mientras que otros –más cercanos al análisis del discurso- ven en ello una marcada intencionalidad que, a diferencia de lo que sucedía con el personaje original, está muy lejos de resultar simpática. Al respecto Joaquín Antonio Peñalosa afirma:

A riesgo de equivocarme, yo creo que muchos líderes de aquí no pecan de mudez, sino de tartamudez. Para que me entiendas mejor, te diré que muchos hablan como Cantinflas. No se entiende lo que dicen, porque no quieren que uno los entienda. Escamotean los problemas, los hechos, los nombres, las verdades, las soluciones. No aluden a lo que sucede, sino que eluden la realidad. No son expresivos, sino evasivos.
Y como tienen un santo horror a llamar a las cosas por su nombre, prefieren la bruma, la opacidad, la neblina, la penumbra elusión. ¡Arriba el smog!
“Compañeros de partido, lucharemos por acabar de una vez por todas, con los enemigos vendepatrias, las fuerzas oscuras que se oponen al progreso y las doctrinas exóticas que se mueven fuera y dentro del país.”
All right. Pero, ¿no hubiera sido más útil para el auditorio y más digno para el orador que dio la bienvenida a López Pérez, haber explicado quiénes son esos enemigos en concreto, cuáles son esas fuerzas oscuras, en qué consisten esas doctrinas, por qué son exóticas y quiénes las auspician?
¿No te parece que es muy cómodo denunciar en abstracto, y muy estúpido? Como un disparo al aire. Eludir, yo creo que es tener miedo a la verdad. Y quien tiene miedo a la verdad no puede ser conductor de palabras, mucho menos de hombres.

De lo anterior es posible concluir que una cosa en cantinflear en una película y muy otra hacerlo en la vida política, pero da la impresión de que en ella también hay rollo para rato.

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