El diccionario
define a la errata como “equivocación tipográfica cometida en un escrito”.
Algunas de ellas no afectan mayormente y es muy fácil seguir adelante con la
lectura. Pero existen otras que son desopilantes y producen un relax inesperado
en la atención del lector. Jesús Silva-Herzog Márquez proporciona algunos
ejemplos dignos de consideración.
“Aquella mañana doña Manuela se levantó con el
coño fruncido”, decía una línea de la primera edición de una novela de Vicente
Blasco Ibáñez. En realidad era el “ceño” lo que tenía arrugado doña Manuela por
la mañana. Pero una letra se desfiguró, quién sabe dónde. El libro había sido
atacado por los “ratones” que muerden los textos en su camino hacia la edición.
Hija tonta de la imprenta, la errata es la inevitable peca de los libros. Desde
la máquina de Gutenberg, plagan naturalmente los textos impresos. Hay quien
recomienda resignación. Alfonso Reyes, que mucho sabía de las erratas
(recuérdese aquella anécdota de Ventura García Calderón refiriéndose a una
descuidada edición suya: “Nuestro amigo Reyes acaba de publicar un libro de
erratas acompañado de algunos versos”), daba por descontado todos los esfuerzos
por cazar la errata y aniquilarla antes de que el texto vea la luz: “A la
errata se la busca con lupa, se la caza a punta de pluma, se la aísla y se la
sitia con cordón sanitario... y a última hora, entre las formas ya compuestas,
cuando ruedan los cilindros sobre los moldes ya entintados ¡héla que aparece,
venida no sabe de dónde, como si fuera una lepra connatural del plomo! Y luego tenemos que remendar nuestros libros
con ese remiendo del pegado que se llama fe de errata, verdadera concesión de
parte y oprobio sobre oprobio.” Algún libro orgulloso declaró en su última
página: “Este libro no tiene eratas.”
(...)
[Jorge] Esteban [en Vituperio (y algún elogio) de la errata] recoge
y condimenta erratas de ahora y de tiempos lejanos. Como aquella que sufrió el
poeta Garcilazo, en un verso que, en vez de decir, “Y Mariuca se duerme y yo me
voy de puntillas” quedó “Y Mariuca se duerme y yo me voy de putillas”. (...)
Debe haber sido también penosa la situación del crítico que dedicó un libro
suyo a una condesa, escribiendo al inicio de la obra que su “exquisito busto
(en lugar de “gusto”) conocemos bien todos sus amigos”.
Existe otra
variedad de errores que terminan siendo verdaderos horrores. Márius Serra se refiere
a la selección reunida por el escritor Jesús Marchamalo lo que le permitió
organizar la exposición Morderse la
lengua que tuvo lugar hace unos pocos años en España.
Marchamalo, autor de la
apreciable novela La tienda de palabras, divide temáticamente los
horrores. Los médicos son legión: se diagnostican hernias fiscales o daños
cerebrales en el hígado y se hallan científicos atrapados entre tímpanos de
hielo. Los estadísticos les van a la zaga: seis de cada cuatro canarios son
asediados por la delincuencia, ocho de cada tres acusados son absueltos y seis
de cada cuatro víctimas de acoso laboral son mujeres. Otros parecen de chiste:
San Juan Autista, el 4.º de baño. Pero todos están documentados con su
correspondiente recorte de prensa. Me fascina uno en el que Roger Moore aparece
sonriente con la condecoración que le acredita como nuevo sir justo al lado del
primer párrafo de la noticia "Ayer la corona británica embistió al actor
Roger Moore con el título de caballero".
Tal como está el patio, el
"punto fulminante" de la exposición del Centro Virtual Cervantes es
una errata ortográfica de lectura inquietante que parece remitir a las mesas
petitorias de firmas contra el Estatut: "En España cavemos todos".
¿Será por eso que se divisan tantas trincheras?
Para el caso de México existieron reconocidos
cazadores de estos horrores expresivos: imposible olvidar a Nikito Nipongo
(Raúl Prieto) y a Carlos Monsiváis. Menos conocido es Carlos Martínez Vázquez
quien ha reunido una amplia colección de textos tomados de la prensa de
Guadalajara.
La
persona que fuma muere más que la que no... Protesta la CTM porque casaron a 40
obreros... La compañía inició sus oraciones... Descubren remedio contra la
alegría... Ligero descanso de la temperatura... El Dr. Junípero Capadocio,
destacado cirujano, igual que su nieto fue enterrado... Nuevos establecimientos
febriles... Pese a la pág. 9... Yace el héroe en su cripta, a sólo tres décadas
de la iglesia... El visitante vivo o muerto, podrá apreciar... El Dr. Feliciano
Casiopea ha adoptado orejas artificiales... Inicia la Cruz Roja su colecta
anal... Desde que falleció, hace diez años, se ha negado a reaparecer ante su
público... El lago de Chapala en franca y lenta agonía... un terremoto del 5º
grado de la escuela de Mercalli... El
Instituto Indigenista ayudará a los Yanquis...
De
la nota policíaca:
Un
muerto y varios heridos intentaron robar un banco... Falleció a consecuencia de
no haber podido sobrevivir... Cuantioso fraude capturado... Casi fueron
atropellados por un bache... Tiene alojado el proyectil al lado izquierdo del
cordón umbilical... 36 sobrevivientes perecieron durante un céntrico
edificio... Bígamo que se casó 19 veces... En fervoroso accidente, dos
motocicletas sufrieron graves lesiones... Fue identificado el cadáver por sus
padres, a quienes, luego de practicárseles la autopsia de ley... Se recogieron
las cenizas de las 24 víctimas, todas con un rictus de dolor reflejado en el
rastro... Murieron quemados vivos... Quien presenta fractura de la pelvis
inferior derecha... Recibieron golpes contusos de consideración en el hospital
del ISSSTE... La explosión se produjo cuando los muertos se disponían a...
Murió de un balazo en la nuca. No sabe quien fue... Los cadáveres de los
ociosos... El menor Pascasito Padilla fue atropellado por un vehículo, el cual
huyó cuando se dirigía a su escuela... Y pareció una vez más en un accidente...
Cuando menos cinco de los tres impactos eran mortales de necesidad... Con una
herida de más de dos metros de extensión a la altura del segundo espacio intercostal,
fue sepultado en el panteón en calidad de detenido...
El humor
involuntario se hace presente cuando menos se lo espera. Para ser cazador de
erratas alcanza con hacer lecturas cuidadosas, encontrar los errores, tener la
disciplina de guardarlos y, por último, la generosidad para compartirlos.
1 comentario:
Ah, inagotable asunto, éste, al que la imaginación poética denomina del "duende de las imprentas"!
Mi colega Aldo Mazzuchelli, con
quien compartí esta Habladuría, opina que "El error de coño es demasiado perfecto para ser involuntario. Algún talento oculto tras un tipógrafo."
Ahora bien, Mendive es un hombre escrupuloso en casi todo lo que hace (dejo a la imaginación de la afición de Habladurías, aquello en lo que no), por lo que no se si fue suya o de quién recortó lo que anota, la siguiente errata, ¡y doble!
El poeta que abandonó a Mariuca en brazos de Morfeo y salió en busca de emociones era Ramón de Garciasol (1913-1994) y no un tal "Garcilazo". La ceta, lo digo para los ignaros, es la segunda errata. Y esto otro que no es errata y tal vez no lo supieran ni Mendive ni su erratero: Mariuca era nada menos que su esposa (gracias Google).
Otra cosa: qué interesante que a los errores orales, esos que don
Segismundo pomposamente llamó "lapsus linguae", popularmente (o al menos es así en la jerga del periodismo al aire) se les llame "gazapos", que como todos saben son las hermosas crías de los conejos. De modo que un locutor distraído va arrojando conejitos por su boca, como aquella señorita parisina del cuento de Cortazar que está en Bestiario. Y ya que estamos, "lapsus" viene del latín y es el participio pasivo de un verbo que significa resbalar.
Y si el discreto Mendive (lo digo en el sentido del español del Siglo de Oro y no en el actual) me autoriza y si no, que lo condene a las tijeras, comparto con los aficionados de Habladurías lo que hace muchísimos años me dijo el legendario político uruguayo Washington Guadalupe:
"En un editorial, Usté nunca escriba puja porque el linotipista siempre se equivoca y pone pija"
Corte, Mendive, la última parte si la considera impropia de la afición de Habladuría.
Abrazo
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