Sabido es que la palabra piropo alude a lo que en
un tiempo se llamó cumplido o a una frase halagadora que dirige habitualmente
un hombre a una mujer. Menos conocido es
el origen y los cambios que la expresión ha tenido; de ello da cuenta la
revista Muy Interesante
(…) antiguamente
el piropo era una variedad de granate de color rojo fuego, muy apreciada como
piedra fina. O sea, una joya. Tanto Calderón como Quevedo la usaron
figuradamente como metáfora de decir palabras bonitas y con este significado
pasó al diccionario en 1843. Después, el verbo piropear fue admitido en 1925.
Hace
poco en una librería de viejo di con una obra peculiar: Piropos
seleccionados. Requiebros de todos estilos (México, 1957). El libro,
donde no figura compilador ni editor, contiene un conjunto de piropos con el
manifiesto propósito de apoyar a quien deseoso de galantear requiriese ayuda.
Si bien la edición es mexicana, muchos textos son de indiscutible origen
español. No hay que ser muy sagaz para suponer que la vigencia de estas
galanterías ha caducado, sin embargo puede resultar interesante transcribir
algunos piropos que forman parte del libro citado.
Los
hay de tipo sacrificial: “Aunque
no lo crea, sepa que para poderla ver hoy, no me suicidé ayer”; “Quisiera
ser peatón imprudente, atravesarme en tu camino, y verme aplastado por este
Cadillac”.
Algunos
formulan invitaciones: “Es
usted la alegría andando. Pero ¿por qué no se queda? ¡Con lo tristes que
estamos todos!”; “Si es miedosa, venga y siéntese a mi lado, que le
contaré una película de esas ‘de agarrarse’, pero que termina bien”.
Otros
aluden al oficio paterno: “¡Estas
sí que son las hechuras de la hija de un sastre que conoce el paño!”; “¿No es
cierto, morena, que su papá es fabricante de muñecas de lujo?”.
Los
hay cultos: “Con usted ya son ocho
las maravillas del mundo”; “¡Son sus ojos tan charlatanes, que arrebatan como la
oratoria de García Sanchis!” (Federico García
Sanchis fue un escritor y charlista muy reconocido tanto en España como en
América).
Abundan
los interrogativos: “¿Son
de Holanda los quesos del escaparate?”; “¿Quiere asistir conmigo a una boda, vestida de novia?”; “¡Sirena
terrestre! ¿Por un casual es usted la presidenta del Club de las incendiarias
de pasiones amorosas? ¡Lo digo por lo del escote!”;
“¿Esa cruz que descansa en su pecho
es un regalo de su amá, o es que piensa ingresar en la orden de las elegantes?”; “¡Diga,
encanto!, ¿por dónde se llega a la plazuela de su corazón? ¿Estoy en buen
camino?”.
Los
ofrecimientos no se hacen esperar: “El
día de su aniversario le voy a regalar un ‘neceser’ con todo lo necesario para
hacerla dichosa”; “¡Amiguita!:
¡Dígame de qué color le gustan los calcetines y mañana asistirá usted al
estreno!”; “Yo
haría por usted lo que no ha hecho nadie: ¡Matar el tiempo a fuerza de
cosquillas!”; “¡Ojalá descargue una tormenta de amores y la pille a
usted sin paraguas y a mi lado!”.
También
están los comparativos: “¡Eso
sí que es agilidad de movimiento y no el ventilador que tengo en casa!”; “¡Eso
es carne y no lo que mi madre nos pone en el cocido!”.
El género sugerente es muy
recurrido: “¡Ya está arreglado:
Arregle un cuartito en su pecho y acépteme por único inquilino! Gracias”; “¡Señora,
vaya tranquila, que tiene usted un parachoques a toda prueba! Se lo aseguro”; “¡Si,
señora. Presuma cuanto quiera, porque tiene usted unas defensas, un chut y una
línea delantera, mucho mejor que la selección brasileña!”; “¡Que
Dios le aumente los buenos pensamientos, que lo demás no hace falta!”; “¡Mírese
al espejo, guapa, y luego me dirá si tengo razón de callarme lo que no le digo!”; “¡Por acaparadora de productos naturales, merece que la
encierren en compañía de mi persona!”; “¡Niña! Cuando vaya a la iglesia no olvide confesarse
de los pecados que me hace cometer a mí”; “Tiene usted unos ojos, unos labios, unas manitas,
unas… sí, y unas… no que sí… Bueno, ¿lo dejamos para mañana?”.
Claro
que no podían faltar los atrevidos: “Contigo
al Polo, ya veríamos allá cómo calentarnos”; “Sí, señora Ándese con cuidado, que según los
beneficios que presente el balance, el fisco le meterá mano”; “¡Por
favor, chula, no muevas tanto la cuna, que me vas a despertar el niño!”
Y concluyo
esta selección con una pequeña muestra de piropos desopilantes: “¡Es usted la primera mujer que he visto con los ojos
más grandes que los pies!”; “¡Tiene usted más gracia que un estornudo contenido!”
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