martes, 19 de mayo de 2015

Las Domínicas del Mate: fin de una evocación /4


Con este artículo concluye la serie que hemos dedicado a las domínicas del mate que tuvieron lugar, tal vez sería más apropiado decir que se celebraron, en casa del padre Octaviano Valdés durante aproximadamente cincuenta años. Es necesario destacar que entre los fundadores de las Domínicas del Mate estuvieron los creadores de la revista Ábside fundada en 1937, dirigida por los hermanos Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, y que fue tan importante en su momento. De acuerdo con Alfredo Leal Cortés

Vista con la perspectiva de los años, aquella revista rompió silencios, descubrió vocaciones, informó de hombres y nombres de otras latitudes, reexaminó valores. Fue una incubadora para el crecimiento intelectual, mantenida y alimentada, por una reunión de domingo a domingo, sostenida en los principios de la libertad y respeto.

No deja de llamar la atención que Leal Cortés la caracterizara como “incubadora para el crecimiento intelectual” cuando actualmente dicha expresión parece estar confinada a las “incubadoras de negocios”.

Alfonso Noriega, destacado asistente a las domínicas, se cuestiona acerca de cuál sería la forma correcta de definir a estas reuniones: ¿mentidero, tertulia o peña?

 (…) me he decidido a pedir luces al diccionario que para norma y orientación de los hispanohablantes publica la vieja y venerable Real Academia de la Lengua.
El diccionario mencionado, con su cruel, precisa, indiscutible autoridad etimológica y semántica nos informa en la entrada: “Mentidero: (de mentir) m. fam. Sitio o lugar donde para conversar se junta la gente ociosa”. Y, por otra parte, en el mismo lexicón, también puntualmente se nos ilustra en la entrada “tertulia” (en port. tertulia). Reunión de personas que se juntan habitualmente para discurrir sobre alguna materia, para conversar amigablemente, para algún pasatiempo honesto”. Y, por último, recorriendo las páginas del mismo diccionario, encontramos el vocablo peña que se define en los siguientes términos: “corro o grupo de camaradas…”
Todo esto y mucho más –aun cuando quizás algo menos- es la reunión que se efectúa en la casa del P. Valdés. Es un mentidero porque es un lugar en donde para conversar se junta un grupo de amigos, por cierto, como quiere la Academia, ociosos, porque la reunión es precisamente, los domingos, días de descanso desde el punto de vista religioso por ser el día del Señor y día de descanso –de ociosidad- de acuerdo con la Ley Federal del Trabajo; así pues, se trata de una reunión de gente ociosa, pero dedicada, en esos momentos, a la ociosidad creadora.
Se trata también de una tertulia, porque como quieren los antepasados del vocablo, los portugueses, es una reunión de personas que se juntan habitualmente –cada domingo- para conversar amigablemente sobre tópicos diversos.
Y, en fin, se trata, asimismo, de una peña, porque es en la casa del Padre Valdés donde, cada domingo, actúa un corro o grupo de camaradas dedicados a la noble tarea de la conversación.
Por las lecturas de las obras de los grandes escritores españoles de la época de oro, sabemos que en la Madre Patria existían, desde aquellos tiempos, los mentideros situados al aire libre y aún sobre las gradas de una iglesia y que, de ahí se fueron a refugiar, posiblemente, a las tabernas hasta que hizo su aparición en España, para trasladarse bien pronto a nuestra patria, la noble Institución del café. (…)
La tertulia que preside el Padre Valdés cuya liturgia es la conversación amistosa y cordial y cuyo rito está representado por el consumo colectivo del mate uruguayo, es heredera de los mentideros, de los cafés y de los salones.

En una foto de los asistentes a una de estas domínicas, y que corresponde a 1981 o 1982, es posible apreciar el ambiente de camaradería que se manifiesta en los rostros sonrientes así como también que la mayoría de los que allí se encuentran (entre otros: Octaviano Valdés, Antonio Gómez-Robledo, Francisco Liguori, Rafael Ramírez Aguayo, Alí Chumacero, Alfonso Noriega, Raúl Villaseñor, Fausto Cantú, Fausto Vega, Salomón Oldak, Ulisés Cortés, Gustavo Sainz) visten de manera formal con predominio de cuello y corbata. Otros tiempos.

Concluimos esta serie de artículos con las “Coplas del mate” de Francisco Liguori, uno de los más asiduos y destacados concurrentes a las tertulias dominicales.
 
 
Tertulias intelectuales
en México hay ya muy pocas.
Hay grupos muy informales
que hablan a tontas y a locas
sobre tópicos banales;
poco seso y muchas bocas.


Pero hay una que distingo
entre todas, y esa es
la que domingo a domingo
preside el Padre Valdés.
Ahí la semana extingo
como puntual feligrés.


Concurren allí poetas,
filósofos, novelistas,
pintores con sus paletas,
profesores, periodistas,
académicos, estetas,
sacerdotes y juristas.

 
No es frecuente que haya vino
mas siempre hay “mate” a la mano,
paraguayo o argentino,
que el padre ofrece galano:
costumbre del Pío Latino,
Pío Latinoamericano.


Y en jocundo parloteo
hay amigable refriega:
el místico y el ateo,
Cantú y el Chato Noriega,
Brambila y Méndez Arceo,
Henestrosa y Fausto Vega.

 
Hablan Aguayo y Valdés
sobre cuestiones de credo,
y discuten con denuedo
Villaseñor, Leal Cortés,
Garciadueñas y los tres
hermanos Gómez Robledo.


A esta tertulia se agremia
todo el que se siente afín.
No es una reunión bohemia:
se habla en griego y en latín
y normas dicta Agustín
Director de la Academia.

 
Se enciende el diálogo ameno
y nadie se siente triste;
el mate es sabroso y bueno
y hablan en serio y en chiste
Liguori y Daniel Moreno,
Chamucero y Alatriste.

 
Un olvido me remuerde
como fiebre de carbunco;
si hay nombres que no recuerde
resultaría esto truco:
por eso aludo a Monterde
y también a Alfonso Junco.

 
Nació esta sesión de mate
el año de treinta y dos.
Hay amistoso debate
en charla de doce a dos,
y luego, como remate,
copa en “El Bosque”… y adiós.

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