jueves, 21 de mayo de 2015

Elogio de la neurosis


Sea lo que sea que por ello se entienda, la neurosis tiene muy mala prensa. Felizmente no han faltado aquellos que –desafiando consensos psicologistas- salieron en su defensa, coincidiendo en su principal argumento: ¡cuánto más pobre, triste y feo, sería este mundo si los grandes neuróticos hubiesen sido curados!

Y es que el arte, la creatividad, la innovación, mucho tienen que ver con la neurosis, lo que no constituye precisamente un descubrimiento contemporáneo. Esto ya lo sabía Aristóteles que, citado por Luis Ignacio Helguera, preguntaba en el “Problema XX”: “¿Por qué son melancólicos los hombres que se distinguen en la filosofía, en la vida pública, en la poesía y en las artes, al grado de que algunos entre ellos sufren el morbo que viene de la bilis negra?”. Es así que para el arte, la neurosis deviene en artículo de primera necesidad ya que –como sostiene Helguera- “(…) la mayoría de los creadores artísticos han sido y son temperamentos hipersensibles, obsesivos, depresivos, melancólicos y neuróticos (…)”. Y para argumentar aún más a su favor, Luis Ignacio Helguera cita a Proust.

Todo lo importante lo han creado los neuróticos. Ellos han creado las grandes obras. Disfrutamos de música deliciosa, hermosas pinturas y miles de pequeños milagros, sin detenernos a pensar lo que le han costado a sus creadores en insomnio, salpullidos, asma, epilepsia y, lo que es aún peor, temor a la muerte.

Esto le permite concluir a Helguera que los creadores comprometen hasta la vida en el proceso artístico. “En efecto, el verdadero creador se sacrifica en muchos sentidos por su obra; su vida, y su salud, están supeditadas a la vida y el vigor de su obra.

Y en atención a todo lo anterior es posible coincidir con Pierre Rey. Es una constante de la vida psíquica que nadie quiere privarse de su neurosis. Aporta demasiadas ventajas secundarias para desprenderse de ella al contacto con el primer analista que se presente.

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