martes, 5 de mayo de 2015

Los mates del padre Octaviano eran de muy buena cebadura /3


Ya nos hemos referido al origen e integrantes de las domínicas del mate (http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.mx/2015/04/dominicas-del-mate-su-origen.html) así como a las características de tan armónicas reuniones (http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.mx/2015/04/la-convivencia-en-las-dominicas-del-mate.html). Ahora nos detendremos tanto en la figura del padre Octaviano Valdés como en la infusión compartida.

Son muchos los asistentes a estos encuentros que ponen de relieve el don de gente del padre Octaviano, entre ellos Rafael Aguayo Spencer.

Autor de esta obra de auténtico humanismo, ha sido Don Octaviano Valdés, poseedor de muchos títulos académicos y canónicos, pero que sólo conserva entre nosotros el más representativo y entrañable de Padre. Y este es el único tratamiento que se da a persona alguna en la tertulia.

Xavier Gómez Robledo, otro de los asistentes “al mate del P. Valdés”, subraya la  inexistencia de mayores formalismos, “así le decimos cariñosamente, el P. Valdés, aunque sabemos que hace tiempo es ya Monseñor, y es Ilustrísimo”. Para Aguayo Spencer, el padre Octaviano fue el facilitador de las sólidas amistades. “Gracias a él se han anudado aquí amistades que de otro modo hubieran sido, en el mejor de los casos, simples conocimientos epidérmicos.” Por su parte Antonio Gómez Robledo, abunda en el clima fraterno de la “tertulia valdesiana”. “(…) A esto ha contribuido, sin la menor duda, el carácter del anfitrión, uno y plural al propio tiempo: uno en su ser más íntimo, en su verticalidad natural y sobrenatural, y plural en su apertura al prójimo; un pluralismo resultante de lo uno en la dialéctica de la amistad y de la caridad.” Agustín Yáñez destaca la humildad y vocación de servicio del padre Cotaviano (“porque así a media lengua, lo llamaba su ahijada Beatriz, hija mía…”) quien

(…) los domingos, casi no habla, ni opina; no interfiere despropósitos y atrevimientos en el trato individual con sus contertulios, en las horas de problemas y crisis, de júbilos y dolores, el insigne humanista, poeta, novelista, crítico sutil, académico, ejemplar sacerdote y amigo, prodiga palabras más bien hechas tonos, timbres de bienhechora lentitud balsámica.
Tal es el secreto de cómo en cuatro décadas perviva un grupo cuya constancia, liberalidad e ingenio merecen pasar a los fastos de la cultura patria.

Ahora bien, el mate es de consumo habitual en Uruguay, Argentina, parte de Brasil y Paraguay (también en su variante de tereré) ¿Cómo fue que llegó de aquellas lejanas tierras a la ciudad de México? Antonio Gómez Robledo ofrece su versión al respecto. “A México lo trajeron, hasta donde yo sé, los eclesiásticos egresados de la Universidad Gregoriana de Roma, donde tomaron la afición al mate de sus colegas de la cuenca del Plata.” No deja de llamar la atención que el mate se haya aclimatado de tan buena manera por estos rumbos con todos sus atributos tradicionales (facilitador del encuentro y la amistad) entre un grupo de intelectuales que se reunieron durante varias décadas en aquella casa de la colonia Tacubaya.

El mismo padre Octaviano Valdés se refiere al punto: “¿A qué se debe la supervivencia de nuestra tertulia después de tantos años? Tal vez a la virtud social del mate, a su espontáneo gobierno de libertad sin formalismos.” Y añade: “El te paraguayo, conocido comúnmente con el nombre de mate, posee la virtud social de promover y propiciar en torno suyo la agradable conversación y la amistad.” Alfonso Noriega sostiene que el Padre Valdés preside esta “liturgia (de) conversación amistosa y cordial y cuyo rito está representado por el consumo colectivo del mate uruguayo (…)” (¡faltaba más!). Fausto Vega y Gómez coincide en destacar la importancia del lugar que ocupaba el mate en estas reuniones

A todos nos asombran nuestras coincidencias y nuestros desacuerdos, porque no somos ni de la misma edad, ni de la misma formación, ni de las mismas convicciones.
Nadie ha dejado sus diferencias en la puerta, se manifiestan holgadas e irreverentes y los disentimientos fertilizan el corimbo amistoso.
El aroma del mate es la libertad permanente de la comunicación.

Maricruz Castro Ricalde, quien no participó en estas reuniones -recordemos que el grupo estaba integrado exclusivamente por hombres-, coincide en el carácter ritual que adquirían las domínicas.

Si bien hay una demarcación entre el adentro del recinto y el afuera urbano, lo que se vive en el interior de la casa localizada en Protasio Tagle recupera un sentido de fraternidad única, metaforizada en tomar del mismo calabazo y la misma bombilla; ingresar a ese espacio y abrir un paréntesis, en relación con las bebidas conocidas y darse la oportunidad de formar parte de una ocasión mucho más cercana a la ritualidad.

Por otro lado Antonio Gómez Robledo pone énfasis en la contribución del mate a la buena conversación que hace posible escapar “del piélago de la insulsez y la vulgaridad” que –en su opinión- ya se hacía presente por aquellos entonces.          

Mate para vivir, es el reclamo comercial en el Brasil (donde lo toman hasta como refresco) de la sabrosa yerba paraguaya, estimulante y nutritiva. (…) Lo de “mate para vivir” lo he recordado incontables veces al concurrir domingo a domingo (nunca falto cuando estoy en México) a la tertulia valdesiana (…) El arte de conversación es algo que ha desaparecido del mundo y de México, ex orbe et urbe, y se conserva apenas en raros islotes entre los “rari nantes” del piélago de la insulsez y la vulgaridad, o para ponerlo con los sustantivos propios, televisión y mass media. Uno de estos islotes se ubica, en las claras mañanas dominicales de Tacubaya, en la morada del padre Valdés.

A juzgar por la descripción que realiza Fausto Vega y Gómez, el padre Octaviano se tomaba algunas libertades en cuanto a la forma tradicional de cebar mate. El texto no tiene desperdicio y seguramente hará estremecer a más de un rioplatense.

Las vueltas de los domingos tejen la recurrencia del conversar en el simbólico ruedo de los tomadores de mate. Paladeo del llanero brebaje y delectación de la inteligencia y la memoria compartidas. (…)
El grupo se eslabona por el ritual del paso de la churumbela, del anfitrión al bebedor, de éste al anfitrión, quien enjuaga la paja con agua hirviente, la seca con una servilleta, remueve la hierba y ofrece el nuevo cebamiento a las siguientes manos. En paraje de libros, la poción extravagante estimula ideas, conjeturas, afirmaciones, agudezas, réplicas y discusiones.

Cabe destacar que en ocasión de las fiestas decembrinas, tal como lo señala Raúl Villaseñor, el grupo dejaba de lado el mate para realizar los brindis de rigor.

Algunas veces, sobre todo en navidades y año nuevo, otro motivo trascendental, plausible siempre, se opera un milagro: en lugar de abrevar por riguroso turno en el típico calabazo de mate, se ingiere alguna infusión no más espiritual pero sí espirituosa, pero nada más de esas con las cuales el ánimo se expande y lleva a la alegría sin cortapisas (…)

Aunque hay que aclarar que algunos tertulianos no se esperaban al final del año ya que todos los domingos después del mate se iban a seguirla por alguna cantina del rumbo.             

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