jueves, 2 de junio de 2016

Testamento


Hacer el testamento, momento especial de la vida, en que en un acto de libre albedrío se dejan disposiciones precisas para la distribución de los bienes (que a los males nadie aspira) que se posean al momento de la muerte. Y como más tarde o más temprano de que llega, llega, es necesario tomar las providencias del caso a sabiendas de los altos costos que siempre se pagarán (aunque no de cuerpo presente) y que de esta manera describe Santiago Rusiñol: “Quien muere sin haber hecho testamento es un irresponsable para quienes no heredan nada; y quien sí lo ha hecho es una mala persona para quienes creían que iban a heredar algo.” Por su parte, Enrique Jardiel Poncela llega al extremo de sugerir la inconveniencia de dar a conocer el contenido del testamento antes de tiempo porque “nadie está en mayor peligro de muerte como aquel que ha hecho testamento a favor de los que lo rodean”.

Una vez fallecida la persona, la lectura pública del testamento adquiere una alta dosis de suspenso, tal como lo caracteriza Rusiñol: “No hay ningún drama tan emocionante como la lectura de un testamento. Y eso que ya no está el protagonista.” De tal forma que un tema clásico en la convivencia es el relativo a las colosales disputas por cuestiones de herencia: que si la persona no estaba en sus cabales cuando hizo el testamento, que si uno de los familiares o allegados torció a su favor la voluntad del hoy occiso, que si el principal beneficiario adulteró el documento con la anuencia del notario, etc.

Otro problema se origina en las grandes herencias dado que hay ocasiones en que, en pocos años, los herederos dilapidan la fortuna que con mucho trabajo reunió su ancestro y sin ningún esfuerzo recibieron ellos. A esto se le ha identificado como el síndrome de los herederos tontos (este concepto se ha extendido, y no tan metafóricamente, a aquellos gobernantes que en pocos años desgraciaron el capital social y económico de sus países).

No son pocos (mi padre estaba entre ellos) los que opinan que sólo se debería poder testar un porcentaje de lo que se posee al momento de la muerte (por ejemplo un máximo del 40 por ciento, dependiendo del monto de la fortuna) y el resto pasaría a las arcas del estado para ser utilizado en diversas obras de prioridad social (por supuesto que esto último exigiría una gran transparencia en el manejo de los dineros públicos). Por cierto que algunos grandes millonarios de la actualidad se han aproximado a esta postura, lo que los ha llevado a heredar a sus hijos una pequeña parte de sus fortunas (que quede claro que esa pequeña parte no da para condolerse del infortunio de sus vástagos) mientras que el resto irá a dar a diversas fundaciones comprometidas con la acción social. Warren Buffett es uno de ellos y fue muy claro a la hora de dar a conocer sus motivaciones: “Darle [a los hijos] lo suficiente para que sientan que pueden hacer cualquier cosa, pero no tanto como para que sientan que no tienen que hacer nada.”

Ahora bien, la mayoría de las personas no tienen mucho que legar, como es el caso de Ramón Gómez de la Serna “testamento: dejo el último cansancio de mis pies al transeúnte desconocido”.

Sin embargo en tema tan serio como el que nos ocupa no escasea el humor; muestra de ello es lo narrado por Jorge Mejía Prieto.

No fue muy feliz en su matrimonio el escritor y poeta alemán Heinrich Heine. Por eso, cuando murió en 1856, su testamento reveló que nombraba a su mujer heredera universal de sus bienes, a condición de que ésta volviera a contraer nupcias, aduciendo esta razón:
"Pues de esa manera tendré la certeza de que por lo menos un hombre en el mundo lamentará de todo corazón mi muerte".

En otro orden de cosas, esto último recuerda un exvoto citado por Eduardo Galeano (y al que nos hemos referido en otra habladuría http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.mx/2010/12/en-torno-los-exvotos.html ): “Infinitas gracias doy a la Virgencita de los Dolores porque antenoche mi mujer se juyó con mi compadre Anselmo y con eso él va a pagar todas las que me ha hecho.”

1 comentario:

Unknown dijo...

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