martes, 7 de junio de 2016

Héroes cotidianos


En diversas oportunidades nos hemos referido en este mismo espacio a los héroes (por ej. en http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.mx/2010/12/los-heroes-y-sus-dificultades-para.html). Pero ahora es diferente ya que nuestro interés se orienta hacia los héroes cotidianos, esos a quienes les falta reconocimiento social pero no fortaleza para afrontar el día a día. Edmundo González Llaca, en un artículo de ya hace unos cuantos años, profundizaba en el tema y, como se verá, algunas de sus consideraciones siguen vigentes.

Cuando leo que una de las principales razones de la decadencia de Occidente es la falta de héroes, me entra la duda de que nuestro país se encuentra efectivamente en ese lado del planeta, pues en México no sólo no nos faltan sino que tenemos todo un problema demográfico al respecto. (...)
¿Qué pero le ponen los poetas o los historiadores para darle el presuntuoso título de héroe al ciudadano común que ha vivido en el Distrito Federal en los dos últimos sexenios? Recordemos que ha padecido congestionamientos de tránsito en el periférico, cortes de luz en el metro, trámites burocráticos, crisis, devaluaciones, tolvaneras, rumores, alzas de precios, agentes de la DIPD (policía política), derrotas de la selección de futbol. Si ha sido empleado público, su heroísmo raya en lo mitológico, pues ha asistido a todos los informes del primero de septiembre, juntas de la Comisión Nacional Tripartita, mítines de desagravio, reuniones de la República, desfiles del 20 de noviembre, descuentos para el Fondo de Solidaridad y una que otra valla en un día lluvioso, en espera de no sé qué mandatario extranjero, para testimoniar la tradicional hospitalidad mexicana.

Entre tantos tipos de héroes citadinos, González Llaca destaca a los vacacionistas de Semana Santa.

Quien todavía dude de la muchedumbre de nuestros héroes “calidad de exportación”, que lea el reportaje de Fernando Meraz sobre nuestros vacacionistas de Semana Santa. Sin la más mínima vanidad de ocupar líneas ágata en algún texto gratuito o recibir alguna medalla, los capitalinos resisten dormir sobre sus maletas en los lugares de transporte; soportan las ofensas de los empleados de aeropuertos y terminales de autobuses; se mantienen impertérritos con sus niños llorando en las colas y el hacinamiento. Además, esto es únicamente el principio; al llegar a los lugares de recreo hasta el más mínimo acto tiene una heroicidad esférica: dormir, comer, ir al baño, estacionarse, desplazarse y hasta pagar. Ni Ulises en el sitio de Troya hubiera aguantado tanta incomodidad y violencia. Ya de colofón, la estampida del regreso con el Jesús en la boca para conseguir boletos o que se los respeten, y rezando para no formar parte de esa fría y anónima estadística que aparece en la prensa los lunes: “71 muertos y 315 heridos en accidentes” o en su caso no integrar la otra estadística que aparece los martes: “Saquearon 37 casas de vacacionistas”.

Todo lo anterior le permite concluir a Edmundo González Llaca que “en México la pregunta no es por qué no tenemos héroes, sino la razón de que seamos capaces de producir tantos.”

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