En una de sus acepciones, el diccionario
las define como hechos o dichos aparentemente contrarios a la lógica, mientras
que Eduardo Galeano afirma que “si la contradicción es el pulmón de la
historia, la paradoja ha de ser, se me ocurre, el espejo que la historia usa
para tomarnos el pelo” y ofrece algunos ejemplos
Ni el propio hijo de Dios se salvó de la
paradoja. Él eligió para nacer, un desierto subtropical donde jamás ha nevado,
pero la nieve se convirtió en un símbolo universal de la navidad desde que
Europa decidió europear a Jesús. Y para más inri, el nacimiento de Jesús es,
hoy por hoy, el negocio que más dinero da a los mercaderes que Jesús había
expulsado del templo.
En relación a ello Edmundo O’Gorman dice
que “la Navidad es la venganza de los mercaderes contra Jesús por haberlos
expulsado del templo”; Heinrich Böll es contundente al respecto
Benz
se paró ante la vitrina con las figuras del Nacimiento y vio al fondo, los tres
Reyes Magos, hombres barbudos, bien vestido, que caminaban sobre musgo
artificial y con las manos hacia atrás tiraban de imaginarios camellos. Delante
de San José estaba una lista de precios, que le llegaba a la barbilla: “256
marcos. También se venden por separado”, y Benz pensó: “Si San José hubiera
tenido tanto dinero, se habría hospedado en el mejor hotel de Belén y toda la
industria pesebrística se habría quedado en pura ilusión”.
Prosigamos
con la lista de paradojas que propone Galeano
Napoleón Bonaparte, el más francés de
los franceses, no era francés. No era ruso José Stalin, el más ruso de los rusos;
y el más alemán de los alemanes, Adolfo Hitler había nacido en Austria.
Margherita Sarfatti, la mujer más amada por el antisemita Mussolini, era judía.
José Carlos Mariátegui, el más marxista de los marxistas latinoamericanos,
creía fervorosamente en Dios. El Che Guevara había sido declarado completamente
inepto para la vida militar por el ejército argentino.
De manos de un escultor llamado
Aleijadinho, que era el más feo de los brasileños, nacieron las más altas hermosuras
del Brasil. Los negros norteamericanos, los más oprimidos, crearon el jazz, que
es la más libre de las músicas. En el encierro de la cárcel fue concebido Don
Quijote, el más andante de los caballeros. Y para colmo de paradojas, Don
Quijote nunca dijo su frase más célebre. Nunca dijo, “ladran Sancho, señal que
cabalgamos”.
“Te noto nerviosa”, dice el histérico.
“Te odio”, dice la enamorada. “No habrá devaluación” dice, en vísperas de
devaluación, el ministro de Economía. “Los militares respetan la Constitución”,
dice en vísperas del golpe de estado el ministro de Defensa.
Otros autores enriquecen la colección. Ángel
Gabilondo afirma que “los sinsabores pueden ser amargos”; Marcial Fernández
repara en la “extraña paradoja de las paredes o tapias: oyen y están sordas”;
Wimpi evoca a
(…)
aquel dueño de casa, citado en el cuento de Aniano, que viéndole un huésped que
se soplaba las manos para calentárselas y que soplaba la sopa para enfriarla,
lo dejó, diciendo airado, mientras se iba: -“No quiero tratos con gentes tan
imbéciles que tanto le soplan a lo frío como a lo caliente”.
La distinción entre contradicción y
paradoja no siempre es clara, como ocurre con la que expone Alfredo
Jalife-Rahme
Para contribuir en forma inigualable al
caos por medio del terror, lord Oxburgh, mandamás de la compañía Transporte y
Comercio de la petrolera británica Shell (la tercera más importante del mundo),
se mostró pesimista respecto del futuro del planeta debido al alza de la
emisión de gases invernadero (The Guardian; 17 junio 04). Ahora resulta
que una de las mayores depredadoras se acongoja por la suerte del planeta.
Concluyamos con un graffiti muy difundido que alude al tema
que nos ocupa
Como no vamos a
estar desunidos
si todos juntos
se escribe separado
y separado todo
junto
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