Con frecuencia se escucha que por lo general los
hombres la tienen más difícil a la hora de enviudar. La ausencia de la persona
amada no es fácil de llevar para nadie pero el saber popular sostiene que la
mujer tiene más recursos a la hora de enfrentar la desolación.
Hace algún tiempo Ferran Bono publicó la reseña de un
libro acerca del intercambio epistolar de Gonzalo Sobejano y Miguel Delibes a
lo largo de sus vidas. En respuesta a la carta de condolencia que en 1974 Sobejano
envió a su gran amigo con motivo de la muerte de su esposa Ángeles, Miguel
Delibes le escribe:
Llevo una vida pasiva y a base de estabilizadores.
Quiero decir de química de las boticas que te hacen ver menos negro lo que
decididamente es negro. Es un engaño piadoso que te permite dejarte de vivir.
Ni humana ni literariamente puedo anticipar lo que será de mí. La muerte de
Ángeles es una idea parasitaria -y amarga- que de momento no me deja
concentrarme en nada. Dios dirá.
Quince años después –siempre citando la nota de Ferran
Bono- los papeles se invierten y ahora es Delibes quien procura consolar a
Sobejano por la defunción de su esposa, Helga.
Detente lo menos posible en tu actividad; no te
pienses. Procura no compadecerte y vivir hacia fuera. Así comprobarás que uno
no olvida -como el pueblo dice que sucede con el tiempo- pero se acostumbra y
llega un momento en que goza del recuerdo del ser querido.
Por su parte Sobejano contesta que “cambiar de
medicación a un antidepresivo le deja dormir ‘algo mejor’. Y añade: ‘Me ayudan
también mucho los amigos, y tú fuiste para mí el primero en infundirme, no ya
ánimo, sino clarividencia y comprensión fraternal’.” Sabido es que la presencia
de los amigos no elimina pero sí acompaña en el dolor.
Otro caso reciente es el Fernando Savater, tal como lo
refiere Víctor Usón en una nota de El País de 16
mayo 2016.
Fernando
Savater no vive. Sobrevive. Lo repite entre lágrimas. Se ha marchado la persona
para la que escribía, su gran apoyo en los años de más ardua batalla política.
Sara Torres, su mujer, murió en 2015 y desde entonces el filósofo se refugia en
su San Sebastián natal. Pero estos días ha salido de su guarida para presentar
en México su último libro, Aquí viven
leones (Debate). La primera obra en la que comparte autoría con su esposa
se ha acabado “convirtiendo en el signo de la desgracia”, confiesa.
Lo
comenzaron juntos y lo concluyó a solas. La muerte le arrebató a su compañera
de vida, la persona que había cuidado con tesón cada uno de sus libros. Junto a
ella se marchó el motivo por el que escribía y por eso el autor de Ética para Amador advierte que ésta es
su última obra. Se despide de la literatura. (…)
P.
Reitera que este es su último libro. ¿Dejará de rugir ese león que es Fernando
Savater?
R.
Soy un león que está desdentado y al que le quedan pocos rugidos que dar.
Seguiré con artículos en la prensa y dejaré los libros. Los escribía para que
Sara me leyera. Quizá haga algo sobre nuestra relación pero no sé si me
gustaría publicarlo o tenerlo para mí. (…)
P.
¿Terminar el libro le ayudó a superar el duelo?
R.
El problema es que no creo en la idea de superar el duelo. La gente insiste en
que deje de estar triste. Incluso, hay quien me regaña. Es como si me hubieran
cortado una pierna y a la semana fuera extraño que siguiese cojeando.
P.
¿Cómo encara el futuro?
R.
Sólo tengo pasado, no hay futuro. Cuando murió Sara dejé de vivir. Y ahora
simplemente sobrevivo (se emociona).
Las despedidas de Savater continuaron, tal como lo
refiere una nota de Mitxel Ezquiaga publicada en El Diario Vasco a comienzos de este mes de octubre de 2016.
Los organizadores estaban avisados, pero la mayor
parte de los asistentes terminó sorprendida y emocionada. “Es la última charla
sobre filosofía que doy en mi vida”, dijo Fernando Savater al terminar la
conferencia que cerraba el congreso de Ontología celebrado en San Sebastián.
Había sido una charla “corta, pero deliciosa, con
algunas de las cuestiones de pensamiento que han marcado su vida”, explicaba
después el también filósofo Víctor Gómez-Pin, organizador del congreso y viejo
amigo de Savater. “Es una de las pocas veces que Fernando ha leído la
conferencia”, añadía Pin.
Consultado por este periódico el propio Savater
quitaba hierro al anuncio (“no creo que sea tan importante para el mundo”, ironizaba)
aunque lo confirmaba. “Este mes cierro el capítulo de mis actuaciones ante el
público, ya sean charlas, presentaciones o seminarios. Tengo una charla el día
25 en el Instituto Cervantes de Milán y una presentación de mi último libro el
día 27 en Bilbao. Pero el resto es silencio, como dijo otro en una situación
más dramática”, agrega el escritor.
Al anunciar que no publicará nuevos libros ni dictará
conferencias –según la misma nota- Fernando Savater deja planteadas algunas
posibilidades. “Seguiré con los artículos, que es una rutina agradable. (…) Si
tengo fuerzas haría eso. Pero lo demás, no. Se acabó. Ahí están mis libros, y
si sirven para algo, bien, y si no, qué le vamos a hacer.”
Lo dicho al principio. Para los varones –y quizás en
particular para escritores, críticos y filósofos, como queda de manifiesto en
estos casos- el camino se hace muy difícil en ausencia de la mujer amada.
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