martes, 11 de octubre de 2016

Viudez masculina


Con frecuencia se escucha que por lo general los hombres la tienen más difícil a la hora de enviudar. La ausencia de la persona amada no es fácil de llevar para nadie pero el saber popular sostiene que la mujer tiene más recursos a la hora de enfrentar la desolación.
Hace algún tiempo Ferran Bono publicó la reseña de un libro acerca del intercambio epistolar de Gonzalo Sobejano y Miguel Delibes a lo largo de sus vidas. En respuesta a la carta de condolencia que en 1974 Sobejano envió a su gran amigo con motivo de la muerte de su esposa Ángeles, Miguel Delibes le escribe:
Llevo una vida pasiva y a base de estabilizadores. Quiero decir de química de las boticas que te hacen ver menos negro lo que decididamente es negro. Es un engaño piadoso que te permite dejarte de vivir. Ni humana ni literariamente puedo anticipar lo que será de mí. La muerte de Ángeles es una idea parasitaria -y amarga- que de momento no me deja concentrarme en nada. Dios dirá.
Quince años después –siempre citando la nota de Ferran Bono- los papeles se invierten y ahora es Delibes quien procura consolar a Sobejano por la defunción de su esposa, Helga.
Detente lo menos posible en tu actividad; no te pienses. Procura no compadecerte y vivir hacia fuera. Así comprobarás que uno no olvida -como el pueblo dice que sucede con el tiempo- pero se acostumbra y llega un momento en que goza del recuerdo del ser querido.
Por su parte Sobejano contesta que “cambiar de medicación a un antidepresivo le deja dormir ‘algo mejor’. Y añade: ‘Me ayudan también mucho los amigos, y tú fuiste para mí el primero en infundirme, no ya ánimo, sino clarividencia y comprensión fraternal’.” Sabido es que la presencia de los amigos no elimina pero sí acompaña en el dolor.
Otro caso reciente es el Fernando Savater, tal como lo refiere Víctor Usón en una nota de El País de 16 mayo 2016.
Fernando Savater no vive. Sobrevive. Lo repite entre lágrimas. Se ha marchado la persona para la que escribía, su gran apoyo en los años de más ardua batalla política. Sara Torres, su mujer, murió en 2015 y desde entonces el filósofo se refugia en su San Sebastián natal. Pero estos días ha salido de su guarida para presentar en México su último libro, Aquí viven leones (Debate). La primera obra en la que comparte autoría con su esposa se ha acabado “convirtiendo en el signo de la desgracia”, confiesa.
Lo comenzaron juntos y lo concluyó a solas. La muerte le arrebató a su compañera de vida, la persona que había cuidado con tesón cada uno de sus libros. Junto a ella se marchó el motivo por el que escribía y por eso el autor de Ética para Amador advierte que ésta es su última obra. Se despide de la literatura. (…)
P. Reitera que este es su último libro. ¿Dejará de rugir ese león que es Fernando Savater?
R. Soy un león que está desdentado y al que le quedan pocos rugidos que dar. Seguiré con artículos en la prensa y dejaré los libros. Los escribía para que Sara me leyera. Quizá haga algo sobre nuestra relación pero no sé si me gustaría publicarlo o tenerlo para mí. (…)
P. ¿Terminar el libro le ayudó a superar el duelo?
R. El problema es que no creo en la idea de superar el duelo. La gente insiste en que deje de estar triste. Incluso, hay quien me regaña. Es como si me hubieran cortado una pierna y a la semana fuera extraño que siguiese cojeando.
P. ¿Cómo encara el futuro?
R. Sólo tengo pasado, no hay futuro. Cuando murió Sara dejé de vivir. Y ahora simplemente sobrevivo (se emociona).
Las despedidas de Savater continuaron, tal como lo refiere una nota de Mitxel Ezquiaga publicada en El Diario Vasco a comienzos de este mes de octubre de 2016.
Los organizadores estaban avisados, pero la mayor parte de los asistentes terminó sorprendida y emocionada. “Es la última charla sobre filosofía que doy en mi vida”, dijo Fernando Savater al terminar la conferencia que cerraba el congreso de Ontología celebrado en San Sebastián.
Había sido una charla “corta, pero deliciosa, con algunas de las cuestiones de pensamiento que han marcado su vida”, explicaba después el también filósofo Víctor Gómez-Pin, organizador del congreso y viejo amigo de Savater. “Es una de las pocas veces que Fernando ha leído la conferencia”, añadía Pin.
Consultado por este periódico el propio Savater quitaba hierro al anuncio (“no creo que sea tan importante para el mundo”, ironizaba) aunque lo confirmaba. “Este mes cierro el capítulo de mis actuaciones ante el público, ya sean charlas, presentaciones o seminarios. Tengo una charla el día 25 en el Instituto Cervantes de Milán y una presentación de mi último libro el día 27 en Bilbao. Pero el resto es silencio, como dijo otro en una situación más dramática”, agrega el escritor.
Al anunciar que no publicará nuevos libros ni dictará conferencias –según la misma nota- Fernando Savater deja planteadas algunas posibilidades. “Seguiré con los artículos, que es una rutina agradable. (…) Si tengo fuerzas haría eso. Pero lo demás, no. Se acabó. Ahí están mis libros, y si sirven para algo, bien, y si no, qué le vamos a hacer.”
Lo dicho al principio. Para los varones –y quizás en particular para escritores, críticos y filósofos, como queda de manifiesto en estos casos- el camino se hace muy difícil en ausencia de la mujer amada.

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