jueves, 9 de marzo de 2017

Lo chico por lo grande



Hay situaciones en la vida en que lo intrascendente quita espacio a lo verdaderamente importante y Alfonso Ussía da cuenta de un claro ejemplo de ello.

Cuando Sir Alexander Fleming visitó Madrid, rindió una visita a la Facultad de Medicina. Centenares de médicos y estudiantes le aclamaron en el Aula Magna. El inventor de la Penicilina -¿inventor o descubridor?-, leyó un discurso en español. Al finalizarlo, entre ovaciones, hizo una pelota con las cuartillas y la lanzó a una papelera sita a quince metros del estrado. Encestó limpiamente. Los estudiantes enloquecieron y a punto estuvieron de sacar a hombros a Sir Alexander. No por la Penicilina, sino por el enceste.

Ello le permite a Ussía concluir que: “La juventud es así, caprichosa, imprevista y desconcertante. Hace del grano de arena montaña altiva y de la más soberbia cumbre, sendero llano.”

Otra muestra de ello es la que apunta Lottman (citado por Adolfo Bioy Casares): “Cuatro días antes de la entrada de los alemanes en París, Simone de Beauvoir tropezó con unos estudiantes que parecían incapaces de reprimir su júbilo, pues disfrutaban de una fiesta inesperada: ‘un día de exámenes sin examen’.”

Cabe precisar que si bien los dos ejemplos tienen como protagonistas a  jóvenes, esta forma de reaccionar no siempre (tal vez casi nunca) se quita al llegar la madurez.


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