martes, 30 de enero de 2018

La muerte como espectáculo


El cumplimiento de la pena de muerte dio lugar durante mucho tiempo a verdaderos espectáculos populares considerados aptos para todo público. Así las cosas, los preparativos se cuidaban hasta en sus menores detalles y Wislawa Szymborska nos habla de ello.

(…) participaban grupos de bailarines bien instruidos, cantantes y músicos; el recinto se preparaba y decoraba convenientemente, y todos, incluso los sacrificados, vestían sus mejores galas. Los vendedores daban vueltas entre la muchedumbre con canastos llenos de frutas y pasteles, y los bebés gimoteaban en los brazos de las absortas madres, mientras que los niños ya creciditos abarrotaban las ramas de los árboles de los alrededores.

De esta manera la ejecución de la muerte anunciada se convertía en escenario de encuentro de vecinos. “Esto ya ocurría así –prosigue Szymborska- cuando las cabras aún pacían en las colinas de Roma, y de un modo parecido, cuando las ruinas del Coliseo se convirtieron en el hogar de los gatos salvajes”. Y de acuerdo con la autora, la gente respondía masivamente a dichas convocatorias.

Se pueden escribir multitud de libros sobre la ejecución entendida como una fiesta en la que la asistencia está asegurada. Recordemos que mientras se ahorcaba, descuartizaba o quemaba a un condenado en las plazas públicas, una multitud de cabezas se agolpaba en las ventanas abiertas de par en par, los balcones se derrumbaban debido al peso de los curiosos y, alrededor de la guillotina, nunca faltaban testigos voluntarios.

Aquel espectáculo tenía algo –mucho, quizás- de contenido aleccionador, de recurso didáctico, de educación preventiva. Román Gubern narra una vivencia familiar a este respecto: “(...) mi abuelo me relató cómo, todavía en su infancia, las familias burguesas de Barcelona asistían con sus vástagos a presenciar las ejecuciones públicas (...) y, tras el macabro rito, propinaban un cachete pedagógico a sus niños, para que aprendieran a vivir rectamente.”

Y no se crea que estamos hablando del pasado remoto, Gubern precisa que “de esto hace menos de cien años”.

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