martes, 13 de febrero de 2018

La maestría de un actor de reparto


Los actores suelen disputar los papeles protagónicos (y a veces hasta con malas artes) porque nadie tiene vocación de relleno. Sin embargo en la escena, así como en la vida, se presentan situaciones que desafían lo esperado. Tal cosa acontece cuando el actor secundario gracias a la interpretación descollante de un papel marginal, termina por hacer a un lado a su colega que tiene a cargo el rol principal.

Un ejemplo de ello lo presenta Erich Kästner en un artículo de 1928 titulado “La ópera de tres peniques” (con traducción y compilación de Francisco Uzcanga Meinecke).

(…) Erich Ponto, el actor de Dresde, ha gustado tanto a los berlineses que la crítica reclama de forma unánime ligarlo para siempre a Berlín. Y eso que Ponto ni siquiera ha podido mostrar su mejor cara en el papel de jefe de los mendigos. Es un actor capaz de interpretar los pequeños roles de reparto con una intensidad tal que relega a un segundo plano a todos los héroes y amantes.

La conclusión de Kästner es paradójica. “Que ahora reclame papeles de más peso, roles principales, es comprensible pero poco inteligente. Quizá llegue a ser un protagonista más; como actor de reparto es único.”

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