En
otra ocasión nos hemos referido en este mismo espacio a Frank Sinatra (http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.mx/2016/09/el-catarro-de-sinatra.html).
Este famoso cantante suscitó el interés de Gay Talese quien, entre otros
aspectos, subrayó su enorme incidencia en los terrenos del amor.
La
entonación de Sinatra [en “In the wee small
hours of the morning”], pronunciada con precisión y, sin embargo, llena y
fluida, daba un significado más profundo
a la letra sencilla: “En las horas tempranas de la mañana/ mientras todo el
mundo duerme profundamente/ tú estás despierto, y piensas en la chica...”. Como
en muchos de sus clásicos, era una canción que evocaba soledad y sensualidad.
Combinada con las luces tenues, el alcohol y la nicotina, se convertía en una
especie de afrodisíaco aéreo. Sin duda, las palabras de esta canción y de otras similares han
inspirado a millones de personas. Era música
para hacer el amor, y sin duda se ha hecho, por toda Norteamérica, mucho el amor a su compás: por la noche, en los
automóviles, mientras se descargan las
baterías; en las playas, en los atardeceres suaves de verano; en casitas a orillas del lago; en parques apartados y en elegantes
áticos o en cuartos amueblados; en yates,
en taxis, en cabañas; en todos los lugares donde se podían oír las canciones de
Sinatra. Las letras animaban a las mujeres, las cortejaban y las conquistaban,
cortaban las últimas inhibiciones y complacían los egos masculinos de ingratos
amantes; dos generaciones de hombres han sido beneficiarios de estas baladas,
por lo cual quedan eternamente en deuda; por lo cual puede también que lo odien eternamente.
Esta
situación no pasó desapercibida para otros observadores y es por ello que entendemos
conveniente traer nuevamente a consideración el siguiente texto (que fuera
citado en otra ocasión en este mismo espacio http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.mx/2014/08/cuando-los-responsables-son-otros.html)
en que el reconocido guionista español Rafael Azcona da a conocer sus razones para demandar a Frank
Sinatra.
Hace años
yo proyecté reunir en una asociación a todos los novios perjudicados por Frank
Sinatra; fue cuando las parejas de novios se acariciaban en un local con poca
luz y de las tinieblas salía la voz de Sinatra, tan hormonal, cantando Strangers in the night, y las parejas,
enloquecidas de amor, iban y se casaban. Luego, ya casados, ponían a Sinatra en
el tocadiscos y ya no era lo mismo, claro.
Debido
a ello se originaban problemas, desavenencias, incompatibilidades y
desencuentros, lo que refuerza los argumentos de Azcona: “Estoy seguro de que
esa asociación, contando con un abogado americano de los buenos, le hubiera
sacado a Sinatra una pasta.”
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