martes, 29 de mayo de 2018

Poniendo las cosas en su lugar


Gran parte de las informaciones que leemos en los medios (no solo en ellos) y que damos por verídicas, en realidad no lo son. Como el lector común no tiene muchas posibilidades de corroborar lo publicado, dichas falsedades circularán con  apariencia de verdad. En pocas ocasiones aparecen quienes se preocupan de demostrar la falta de veracidad pero serán muy pocos quienes se enteren de la rectificación.

La situación se vuelve más complicada cuando la información tiene que ver con una persona fallecida y mucho más aun si su deceso tuvo lugar hace más de mil años. Sin embargo existen excepciones y Simon Leys nos ofrece una de ellas. Vayamos por partes, todo inició cuando

En Taiwán, una revista histórica y cultural había publicado un artículo que analizaba el aspecto menos conocido de la vida de Han Yu, un gran escritor del siglo IX (dinastía Tang). Según el autor de este estudio, Han Yu había contraído una enfermedad venérea por frecuentar prostitutas con ocasión de su estancia en la China meridional, y habían sido las drogas a base de azufre con las que había tratado de curarse las que finalmente le habían llevado a la tumba.

Aquello que pudo pasar como un detalle menor no fue así para uno de los lectores de la nota quien salió en defensa del escritor.

Un descendiente de Han Yu de la trigesimonovena generación, considerando que la memoria de su antepasado había sido ultrajada por esta publicación, emprende en nombre de la víctima un proceso por difamación contra la revista, y lo gana: el director de la revista es condenado a una multa de trescientos dólares, o a un mes de cárcel, y decide apelar la sentencia, pero ésta es confirmada.

Una vez que nos comparte el desenlace del caso, Simon Leys presenta sus conclusiones al respecto. “Aun deplorando una semejante restricción impuesta a la libertad de expresión, no se puede por menos de admirar a una sociedad cuya conciencia histórica es tan viva que permite tratar la reputación de un escritor muerto hace mil cien años como si fuera un contemporáneo.”

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