jueves, 1 de agosto de 2019

En palabras de Castelao


No cabe ninguna duda que Castelao integra el grupo de escritores de palabra filosa. De él se podría afirmar que –como dijera José Manuel Vidal en relación a otro personaje- “ejercía de gallego porque lo era”. Vivió muchos años en el exilio militando en el nacionalismo gallego.

Recorriendo sus escritos no es difícil encontrar críticas demoledoras, sarcasmos que lo dicen todo y sentencias que no tienen levante dirigidas a un amplio espectro de destinatarios: militares, curas, republicanos, españoles, desterrados y… público en general. Veamos una pequeña muestra de ello.

  • La bravura de los militares españoles era el miedo que metía miedo. El cuartel era un convento donde se juraba, se blasfemaba, se conspiraba contra el gobierno, se pelaban patatas y se tocaba la corneta. Los militares usaban bigote y padecían de catarro crónico. Se adornaban con plumas, charoles, hierros y botones dorados, para enamorar a las mujeres. Gustaban más de procesiones que de batallas. Perdían las guerras, eso es verdad, pero las perdían “gloriosamente”. Eran caballeros en el Casino y arrieros en el hogar. Llegaban a generales por riguroso turno de antigüedad y morían de prostatitis crónica. Se arruinaron comprando “marcos” y continuaban germanófilos.
  • El catolicismo español era una flor de trapo. Los clérigos eran desertores de la agricultura. Cantaban “flamenco” en vez de “gregoriano”. Vivían a costa del purgatorio y morían de indigestión o de apoplejía. Los clericales ponían en la puerta de su casa una efigie del Corazón de Jesús estampada en hojalata. Dentro del hogar vivían aconchabados con los siete pecados capitales. Compraban indulgencias y prestaban dinero al cien por cien. Por algo Dios dejó quemar las iglesias.
  • Estoy por decir que muchos republicanos sintieron el derrumbamiento de la Monarquía porque vivían exclusivamente de combatirla.
  • Para nosotros no hay más que una república viable: la que se basa en el libre consentimiento de las nacionalidades que integran España. Damos por bien muertas a la primera y segunda República y esperamos a la tercera. Esta tercera República será federal si quiere ser definitiva.
  • Los catalanes, los gallegos y los vascos serían antiespañoles si quisieran imponer su modo de hablar a la gente de Castilla; pero son patriotas cuando aman su lengua y no se avienen a cambiarla por otra. Nosotros comprendemos que a un gallego, a un vasco o a un catalán que no quiera ser español se le llame separatista; pero yo pregunto cómo debe llamársele a un gallego que no quiera ser gallego, a un vasco que no quiera ser vasco, a un catalán que no quiera ser catalán. Estoy seguro de que en Castilla, a estos compatriotas les llaman “buenos españoles”, “modelo de patriotas”, cuando en realidad son traidores a sí mismos y a la tierra que les dio el ser. ¡Estos sí que son separatistas!                           
  • Yo creía que la posibilidad de que los españoles mudasen de pensamiento dependía de que mudasen de clima, pero ni aún así. Perdieron una guerra civil y armaron otra en seguida porque no son capaces de convivir consigo mismo. Y como yo estoy exento de responsabilidades y de complicidades, me veo obligado a decir que sólo vivo para Galicia, y que sólo confío en la cordura de los gallegos.
  • Lo que más nos duele es que los compañeros de destierro siguen soñando con la República del 31, causa indirecta de nuestro dolor.
  • El caso es que todos pensamos volver en cuanto podamos, y que la mayor parte de los desterrados cree que seremos recibidos con palmas y aclamaciones del pueblo. Yo, por lo menos, no lo creo así. Mucho más que nosotros –los que vivimos en América- está sufriendo la gente de España, que no tiene pan, ni ropa, ni sosiego, ni libertad. No hay peor destierro que el que se sufre en el propio país.
  • Parece que tienen el escepticismo de los que están de vuelta y aún no se arriesgaron a viajar.
  • Parece que merecen lo que ganan y no saben darse cuenta de la suerte que los aupó.
  • Son convenienzudos, trabajan con provecho y no conciben más ideal que el de vivir con desahogo y sin dolores de estómago.
  • (…) son los que dicen:
-Yo no creo en nadie (porque tampoco creen en sí mismos).
  • El pueblo sólo es soberano el día de las elecciones.

Fue muy reconocida su obra como dibujante y una de sus caricaturas –referida por su paisano Manuel Rivas- muestra en forma terminante su desconfianza en relación a la administración de justicia cuando un campesino dice: “Deus nos libre da Xustiza!”.

Castelao murió en Buenos Aires el 7 de enero de 1950 y son muy conocidas las instrucciones de la Dirección de Prensa del Gobierno de España –en pleno franquismo- acerca de la forma en que los medios deberían trasmitir la noticia de su deceso.

Habiendo fallecido en Buenos Aires el político republicano y separatista gallego Alfonso Rodríguez Castelao se advierte lo siguiente: 
La noticia de su muerte se dará en páginas interiores y a una columna. Caso de insertar fotografía, esta no deberá ser de ningún acto político. Se elogiarán únicamente del fallecido sus características de humorista, literato y caricaturista. Se podrá destacar su personalidad política, siempre y cuando se mencione que aquella fue errada y que se espera de la misericordia de Dios el perdón de sus pecados. De su actividad literaria y artística no se hará mención alguna del libro "Sempre en Galiza" ni de los álbumes de dibujos de la guerra civil. 
Cualquier omisión de estas instrucciones dará lugar al correspondiente expediente.

Nada que agregar.

No hay comentarios: