Claro
está que uno no puede hablar por todos, lo que sería de una soberbia
descomunal. Sin embargo, hay situaciones que podría suponerse que de una u otra
manera son generales y nadie se salva de ellas.
Ejemplo
de ello es el vínculo con la realidad, señora con la que hay que conducirse con
sumo cuidado: si le damos la espalda, mala cosa; pero si terminamos aceptándola
plenamente y renunciando a nuestros sueños, peor.
Esto
viene a cuento por un breve texto de Giovanni Papini en el que evocando sus
días de juventud comenta los serios problemas que tuvo con la realidad.
En aquel
tiempo yo sentí intenso disgusto por la realidad. No aprobaba ni aceptaba el
mundo tal como era. Mi actitud era de despecho y orgullo, como la de un Capaneo
confinado a un infierno terrenal. Y tendía a negar la realidad, a negar las
manifestaciones de la realidad, a despreciar las reglas de la vida real, y a
convertirme, a mi modo, en algo distinto y más perfecto.
Los
sueños de juventud poco tienen que ver con los estrechos límites que ofrece la
realidad y suele acontecer que uno no esté dispuesto a ceder ante ella;
continúa Papini
No
aceptaba la realidad. No existen palabras más ásperas para expresar mis náuseas
del mundo físico, humano, racional, que me oprimía y que no me proporcionaba suficiente
aire y espacio para mis alas inquietas. Pero no son las que yo desearía: no
dicen, no expresan todo. Yo no quería aquella
realidad, porque ansiaba otra -más
pura, más perfecta, más angelical, más divina-, e iba ingeniándomelas
fatigosamente para que el ansiado mundo espiritual y armonioso naciera semejante a la imagen que en mi
cerebro se había forjado. Yo no aceptaba
la realidad común, superficial,
porque quería una realidad mejor, más verdadera, más profunda; maldecía el
pasado y maldecía el presente, para
aspirar y desear un futuro más digno y milagroso.
¿Qué
sucedió con Giovanni Papini a lo largo de su vida? ¿Mantuvo con altivez su
rebeldía juvenil o terminó negociando con ella? ¿Negoció con decoro manteniendo
sus principios o renunció a ellos al considerarlos ardores de juventud?
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