miércoles, 6 de mayo de 2020

Cuando un gol es soberbio


Los partidos se ganan con goles, de ahí el dicho común entre relatores y comentaristas de futbol: “goles son amores”. Pero hay goles groseros, de mala factura, aquellos que son resultado de un error, mientras que por otro lado están los que constituyen una verdadera obra de arte. Seguramente a esa diferencia aludía Roberto Bolaño -citado por Alejandro Zambra-: “Un gol, salvo si uno se llama Pelé, es algo eminentemente vulgar y muy descortés con el arquero contrario, a quien no conoces y que no te ha hecho nada (…)” 

Recuerdo como algo habitual en la generación de mi padre reconocer que un gol fue soberbio. Tal vez a ese tipo de momentos excelsos es a lo que se refiere J.M. Coetzee.

En la medida en que yo reacciono a la estética del deporte, reacciono a los momentos de gracia (…), a esos momentos o movimientos (…) que no pueden ser objeto de planificación racional, sino que parecen descender sobre los jugadores mortales como una especie de bendición de lo alto, esos momentos en que todo sale bien, en que todo se coloca en su lugar, en que los espectadores ni siquiera quieren aplaudir, solo dar las gracias en silencio por haber estado ahí en calidad de testigos.

Ya que mencionamos a Pelé recordemos lo que decía Jorge Valdano acerca de ese extraordinario jugador.

El que veía a Pelé tocar diez pelotas seguidas a un solo toque, empezaba a dudar de que fuera tan grande como su leyenda y cuando la imaginación estaba pensando bobadas del tipo: “¿Éste es Pelé?”, él inventaba un gol de la nada aprovechando su talento, pero también usando la sorpresa, porque al haberse disfrazado de jugador normal, el rival había bajado la guardia. 

¿Puede haber goles ilícitos que al mismo tiempo sean soberbios? Para Mario Benedetti parecería que sí. “Aquel gol que le hizo Maradona a los ingleses con la ayuda de la mano divina, es por ahora la única prueba fiable de la existencia de Dios.”

Una prueba de que esos goles extraordinarios pasan a ser parte de lo mejor de la vida de los hinchas está dada por la afirmación de José Luis Melero

(…) les voy a hacer una confidencia: lo mejor que me ha pasado en la vida, solo comparable desde luego al gol de Nayim en el Parque de los Príncipes, ha sido casarme con mi mujer.

Lo del principio, goles son amores.

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