Es de toda justicia agradecer
la influencia de aquellos que han mejorado nuestra vida, nuestro trabajo, precisamente
es lo que hace Federico Fellini al reconocer el papel que tuvo Toulouse Lautrec
en su trayectoria.
Siempre
he considerado a Toulouse Lautrec como a un amigo y hermano porque previó
las
actitudes e imágenes del cine antes de que los hermanos Lumière inventaran el
cinematógrafo; quizá también porque continuamente se sentía atraído por los
desheredados y despreciados, aquellos a los que la gente respetable considera depravados. Es bastante difícil estar seguro
de quién te influye a lo largo de tu carrera. Pero sé con certeza que toda mi
vida me han emocionado los cuadros, carteles, y litografías de Toulouse Lautrec.
¿Por qué lo tenía en tan alta
consideración? Entre otras razones por la dirección hacia donde orientaba su
mirada.
Este
aristócrata detestaba El Mundo de la
belleza; estaba convencido de que las flores más puras y hermosas crecen en
tierras baldías y en montones de escombros. Amaba a los hombres y a las
mujeres, a la gente endurecida, golpeada, sin afectar por la represión social. (…)
Era sencillo y abierto, un hombre magnífico a pesar de su fealdad.
Fellini agrega otra observación:
“despreciaba a las damas pintadas porque aborrecía el artificio y la hipocresía
más que cualquier otro vicio.” Quizás ello fue lo que se puso de manifiesto en
una conocida anécdota que se le atribuye.
Se cuenta
que en una ocasión una señora le reprochó a Toulouse-Lautrec una de sus obras
en que aparecía una mujer en ropas íntimas. “¿Cómo puede pintar usted a una
mujer desvistiéndose?”
La
respuesta del pintor no se hizo esperar: “No se está desvistiendo, madame
-señaló-. Se está vistiendo.”
Al concluir su emocionada
evocación Fellini afirma en forma categórica: “Por eso no ha muerto, continúa
viviendo en el corazón de todos nosotros a través de sus cuadros.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario