Leer
las crónicas y reseñas de Wislawa Szymborska permite aproximarse a temas que hasta
entonces eran desconocidos. Tal es lo que me aconteció en relación a los votos
matrimoniales de castidad. De acuerdo
con Szymborska se trata de un recurso al que recurrían muchas mujeres en el
medioevo.
Por
favor, no rían, después de todo era el único acto de voluntad propia de que
gozaban, el cual debía respetar también el marido bajo la amenaza del fuego
eterno. Era la única manera de evitar las consecuencias de una vida conyugal
desgraciada y conservar algún derecho sobre sí mismas…
Incluso
hubo quienes -según la misma autora- adoptaron una posición aún más radical.
Salomé
von Berg tomó el velo de viuda nada más casarse y lo llevó de manera
provocadora en presencia de su desconcertado (y vivo) marido Koloman. Después se
convertiría en santa, pero el martirio de Koloman, quien tuvo que compartir
durante muchos años con la viuda el mismo dormitorio (porque separados no
había), quedó sin premio.
Concluye
Wislawa Szymborska: “Así eran las victorias de las sufragistas de por entonces,
claro, si no se las arreglaban para encerrarlas de inmediato en un convento, ya
fuera por estos u otros motivos”.
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