Es
posible advertir -se lo ha señalado con frecuencia- que las opiniones que circulan
en las redes suelen presentar juicios contundentes, descalificaciones, simplificaciones,
etc., lo que dificulta el entendimiento, el intercambio de perspectivas. Es así
como existen seguridades que atemorizan, certezas blindadas que encubren
falacias.
Sin
poner en entredicho lo anterior, es importante recordar que esta facilidad para
emitir opiniones determinantes no es exclusiva de nuestro tiempo, ni de
personas sin formación académica.
José
Jiménez Lozano nos aproxima a ello y en un primer momento presenta el entorno
del asunto.
El estilo
ensayístico –incluido el ensayo filosófico e histórico- es cada día más
contundente y seguro. Da un cierto miedo: está lleno de juicios sumarísimos y
ejecuciones, ni una duda, ni ironía, ni melancolías. ¡Y eso que se habla de
pensamiento débil!
Presenta
un caso que permite ejemplificar la cuestión, teniendo como protagonistas a dos
reconocidos intelectuales.
Me
acuerdo de que Simone Weil dice que J. Maritain había deducido del famoso texto
aristotélico sobre la esclavitud que nadie había condenado ésta en el mundo
griego. Pero Aristóteles dice que algunos piensan que la esclavitud repugna a
la naturaleza y a la razón, y entonces, la afirmación de Maritain es una
calumnia contra toda una civilización, que habría que reparar, dice la Weil.
Una
vez expuesta la situación, Jiménez Lozano concluye: “Y así es. Si no tenemos
este escrúpulo, estamos perdidos: sólo serviremos para amonestar más palabras
vacías o mortales, y hacer mayor la oscuridad.”
Finalmente
digamos que hay un método infalible -muy recurrido en nuestro tiempo- para
resultar victorioso en ciertos debates y que en pocas palabras explica Javier
Ortiz: “(…) primero se dice que el
contrario ha dicho lo que no ha dicho y luego se le condena sin apelación
posible por haber dicho lo que no ha dicho.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario