Con la Conquista se combinaron
conocimientos, costumbres, tradiciones, etc. En este espacio ya nos hemos
referido al mestizaje culinario (https://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.com/search/label/mestizaje%20culinario)
La herbolaria no fue ajena a ello y José
N. Iturriaga -citando a Xavier Lozoya- alude a la cuestión. “Además del
mestizaje culinario, a lo largo del siglo XVI hubo otros procesos culturales,
como el que describe Xavier Lozoya en su libro La herbolaria en México.” En cuanto al mestizaje herbolario no
fueron menores las dificultades -de acuerdo con Iturriaga- que debieron
enfrentarse.
Frente al peligro de ser denunciados
ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición por brujería o herejía, con
el inminente riesgo de morir en la hoguera, los chamanes indios, los curanderos
y las yerberas fueron cambiando los nombres de numerosas plantas medicinales
prohibidas por los españoles que ostentaban una designación náhuatl, para llamarse
ahora por nombres no sólo castellanos, sino incluso religiosos cristianos.
La alternativa, según José N. Iturriaga,
fue la modificación de los nombres de hierbas y plantas.
De esa manera, y con el objeto de
confundir a curas y frailes, la nomenclatura botánica terapéutica tuvo un giro
y, así, el yoyotli se convirtió en codo de fraile; el mecapatli, en purga de las
ánimas; la tlachichinoa, en lágrimas de san Diego, y el matlalcuahuitl, en palo santo, entre muchos otros ejemplos. El toloatzin se castellanizó como toloache,
y también fue perseguido.
Sabido es que con el toloache hay que irse
con cuidado porque se cuece aparte; en algún momento nos referiremos a ello.
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