martes, 22 de enero de 2013

De pelos


Entre las expresiones peculiares que es posible escuchar en México se encuentra  “está de pelos” para indicar que, como es sabido, algo es muy bueno, excelente, recomendable. En relación al origen de este modismo, Guillermo Arriaga sostiene que

la expresión “de pelos” viene cuando a finales del siglo XIX en los burlesques las mujeres se desnudaban sin quitarse la parte de abajo.
Cuando las mujeres se quitaban la parte de abajo el espectáculo estaba “de pelos” o sea: muy bueno.

Así las cosas, todo se complicó en ocasión de una actuación de Irma Serrano (la Tigresa) en el teatro Fru-Frú. Alejandro Jodorowsky, quien atestiguó el hecho, reconstruye la escena.

(Irma Serrano interpretaba en el Fru-Frú una escena de) Nana, en un cuarto miserable, tendida sobre sacos de patatas llenos de algodón, con un velo oscuro cubriendo su rostro purulento, entonaba una canción de adiós a la vida cuando un gordo borracho, sentado en la primera fila, comenzó a exigirle un desnudo gritando “¡Pelos! ¡Pelos!”. Me hundí en la silla. El populacho iba allí a excitarse —en los teatros de revista las coristas solían llamar a un espectador, “si eres tan hombre...”, para que las poseyera en escena— y no a padecer los cantos agonizantes de quienes aparecían cubiertas de pies a cabeza... La Tigresa lo miró con furia mientras seguía cantando, sin que su voz se alterara. Los “¡Pelos!” subieron de intensidad dividiéndose en “¡Tetas!” y “¡Culo!”. La moribunda saltó del lecho y abandonó el escenario.
No tardó en regresar blandiendo una pistola de grueso calibre cuyo cañón apoyó en la cabeza del gordo.
—¡Mire, hijo de la gran puta que lo parió: yo no voy a molestarlo cuando usted está trabajando! Entonces, ¡no venga a jodernos a nosotros, los artistas! ¡Si no se calla, se va ir al infierno con un hoyo en medio de la frente!, ¿comprende?

Aquello dejaba de estar de pelos, amenazaba con un final trágico y no es difícil imaginar la tensión reinante en aquella sala. El mismo Jodorowsky cuenta el desenlace.

El borracho, con el vientre apoyado en el borde del escenario, besándole los pies, respondió con voz de niño: “Sí, madrecita”. Una ovación cerrada apoyó a la Tigresa. Ésta, aún pistola en mano, se acostó sobre los sacos de patatas y terminó su canción. Un silencio religioso la acompañó hasta la caída del telón, rojo y dorado como todo lo demás. La aplaudieron con entusiasmo, con fascinación, con deseo, con miedo. El que más se agitó al aplaudir fue el gordo.

Cuantas vivencias detrás de una simple expresión que se ha vuelto popular y de la que muchas veces se desconoce su origen.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Gerardo. Excelente aportación. Obviamente tenía que ser ese el origen, quiero decir, ver la pubescencia de una mujer, pero el contexto real era lo que no podía encontrar. Gracias y saludos!

Marina dijo...

Genial!

Unknown dijo...

Estuvo de pelos el findeeee jajaj

Unknown dijo...

Guaoo que señora tan valiente y con disciplina en su trabajo. Excelente

Ever dijo...

Eso estuvo de pelos