martes, 25 de junio de 2013

México, desafío a la mirada


Referirse al México mágico es repetir una fórmula que no por reiterada deja de tener validez. Al llegar procedente de otras tierras la mirada anda de estreno por lo que se encuentra a salvo de lo que Janus Korczak llamaba las telarañas de la rutina. Una de las tantas pruebas de ello la proporciona Pablo Neruda
 

Mi Gobierno me manda a México. Lleno de esa pesadumbre mortal producida por tantos dolores y desorden, llegué en el año 1940 a respirar en la meseta de Anáhuac lo que Alfonso Reyes ponderaba como la región más transparente del aire.
México, con su nopal y su serpiente; México florido y espinudo, seco y huracanado, violento de dibujo y de color, violento de erupción y creación, me cubrió con su sortilegio y su luz sorpresiva. [...]
Me complace la diversidad terrenal, la fruta terrestre diferenciada en todas las latitudes. No resto nada a México, el país amado poniéndolo en lo más lejano a nuestro país oceánico y cereal, sino que elevo sus diferencias, para que nuestra América ostente todas sus capas, sus alturas y sus profundidades. Y no hay en América, ni tal vez en el planeta, país de mayor profundidad humana que México y sus hombres. A través de sus aciertos luminosos, como a través de sus errores gigantescos, se ve la misma cadena de grandiosa generosidad, de vitalidad profunda, de inagotable historia, de germinación inacabable.

 
Aun cuando no es posible vivir en estado de asombro permanente, México  invita a evitar la burocratización de la mirada.  Elena Poniatowska nos acerca una porción de esta magia.
 

México es la región más transparente del aire, el país mágico en el que nada tiene desperdicio y donde la naturaleza es, ante todo, un inmenso llamado al arte. Se hacen sopas de crisantemos, tés de bugambilia, las flores se mezclan con los scrambled eggs, el pollo en salsa de chocolate es un guiso al que se atreven las monjas en un convento de la ciudad de Puebla. Todo es posible. Cuando estallan cohetes, Edward Weston cree que son tiros, y si escucha una balacera, la confunde con los juegos artificiales de una fiesta pueblerina. Qué país Dios mío, qué país. Lejos del supercapitalismo y la tecnología, en México nada puede echarse a perder en el tiempo ni en el espacio, ni corromperse, ni multiplicarse, ni banalizarse.

 
En México tienen lugar los milagros más increíbles; Edmundo González Llaca da cuenta de uno de ellos.

 
[...] el domingo (4 de noviembre de 1984) apareció en una nota enviada por el corresponsal en Yucatán, en la que informaba que hace unas semanas, en la aduana de Cancún, habían llegado 50 gallos de pelea procedentes de España; en virtud de que la ley prohíbe la importación de aves por el peligro de contagio de plagas y enfermedades, los animales habían sido decomisados.
Cuando el director general de Aduanas, Víctor García Lizama, envió a un funcionario para dar fe del asunto y devolver las aves a su lugar de origen, éste se dio cuenta de que los gallos “habían puesto huevos”. Tal vez alguno de los responsables de la mercancía gritó al momento: “Milagro, milagro”; quizá otro quiso argumentar que el ambiente fecundo y prolífico que se respira en todo el país, y que nos tiene con tasas de crecimiento demográfico impresionantes, había roto todas las barreras de la Naturaleza; no faltó, a lo mejor, alguien que dijera que la promiscuidad, el largo viaje y la atmósfera romántica de Cancún, habían hecho mella en la personalidad de los mismísimos gallos de pelea.
Nada de eso, algo más prosaico y rutinario, el director general de Aduanas aclaró el fenómeno: “Los destinatarios, en acuerdo con el administrador de la Aduana, con los vistas y con empleados de nuestra dirección, se llevaron los gallos y dejaron gallinas en su lugar”. Prometió el castigo correspondiente a los culpables.

 
Los límites entre realidad y fantasía se diluyen. Augusto Monterroso, uno de los tantos viajeros que llegó para quedarse, se refiere a esa cuestión.
 

Hace poco me pidieron en España que hablara de la literatura fantástica mexicana. Y la he buscado y perseguido: en la mía y en bibliotecas públicas y privadas, y esa literatura casi no aparece, porque lo más fantástico a que pueda llegar aquí la imaginación se desvanece en el trasfondo de una vida real y de todos los días que es, no obstante, como un sueño dentro de otro sueño. Lo mágico, lo fantástico y lo maravilloso está siempre a punto de suceder en México, y sucede, y uno sólo dice: pues sí.

 
Viajar a México es recomendable para quienes sufren de vista cansada así como para los que creen que ya lo han visto todo. La única contraindicación reside en que puede generar adicción.

No hay comentarios: