Dicen quienes saben, que escribir tiene su
chiste. De allí que un tema clásico en la literatura tiene que ver con las recetas
que diversos escritores proponen a quienes se inician en el oficio. Han sido
pocos los literatos que resistieron con gallardía, negándose a contestar la
pregunta de periodistas y alumnos acerca de sus secretos en el arte de
escribir.
Menos aun son las veces en que sucede al
revés, cuando un reconocido escritor aprende de un principiante o de un profano.
Así le pasó a Juan José Millás.
Hace poco, un
oyente telefoneó a un programa de radio y contó que su matrimonio había
empezado a naufragar el día en el que su mujer llevó a casa a una amiga
anoréxica.
-¿Qué sucedió?
–preguntó la locutora.
-No se lo puedo
decir porque a mi esposa le gustaba mucho la radio y quizá me esté oyendo. La
cuestión es que las cosas se empezaron a complicar y ahora vivimos separados.
La audiencia, a
juzgar por las llamadas posteriores, se quedó muy intrigada y yo pensé que
aquel hombre nos había dado una lección perfecta de cómo comenzar un relato.
De esta manera se podría recomendar a escritores
reconocidos que escuchen programas de radio con más frecuencia y, por sobre
todo, que afinen su oído porque es sabido que el maestro llega cuando el
discípulo está pronto.
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