martes, 5 de noviembre de 2013

Un padre difícil


La relación entre padres de familia y maestros no siempre tiene lugar en términos de armonía y cordialidad. Hay quienes señalan que este desencuentro se ha vuelto cada más frecuente en años recientes que se caracterizan por un fuego cruzado de mutuas acusaciones y disputas por el origen de los problemas educativos. Sin negar lo anterior, es importante destacar que siempre han existido padres difíciles que no comulgan con los usos y costumbres propios de la llamada disciplina escolar. O que existen reglamentos escolares que son muy injustos en la opinión de algunos padres.

Tal fue el caso, hace ya muchos años, de Alejandro Jodorowsky quien inscribió a su hijo Brontis (en ese entonces de 8 años de edad) en un colegio considerado como progresista en la ciudad de México. Poco tiempo después de iniciados los cursos, el niño comenta a su papá que lo han expulsado de la escuela por tres días. Interrogado acerca de cuál fue el motivo, respondió: “Bueno, en el baño recién pintado de blanco había un bote de pintura negra. Metí ahí una mano y la estampé en la pared. El director me llamó, me dijo que era un niño malo y como castigo me expulsó. Dice que tú tienes que pagar el volver a pintar.”

Para las pocas pulgas del multifacético artista aquello fue demasiado, por lo que envió la siguiente carta al director de la institución escolar:


Un baño es menos importante que la mente de un niño. Si un baño se daña, puede repararse. La mente de un niño si se daña, difícilmente puede repararse. Cuando usted dijo a Brontis que era “malo” por haber estampado la huella de su mano entintada de negro sobre un muro blanco, cometió un error. ¿Qué es “un niño malo”? Cuando ponemos etiquetas es porque tememos enfrentar la realidad. Un niño no es malo. Puede tener problemas, faltarle una vitamina, no amar las materias que se le enseñan o bien estar tratando de romper los límites de una educación caduca. Quizás Brontis quiso expresarse artísticamente. Comprendo lo aburrido que debe de ser cagar todos los días en una sala de baños blanca. (Si usted ha leído los trabajos de Jung sobre el significado creativo de la defecación en el niño, estará de acuerdo conmigo en que los retretes infantiles deberían estar adornados con todo tipo de dibujos y colores.) Una mano llena de pintura que se estampa en una pared o en una tela es la manifestación más pura del instinto pictórico. Usted puede encontrar una huella de mano en los grabados prehistóricos y también en Miró, Picasso y muchos otros pintores célebres. Para serle franco, aplaudo que el niño se exprese imprimiendo su mano con el color que sea sobre un muro del color que sea. El que la «mancha» sea negra y el sitio «ensuciado» blanco, es probable que le haya hecho caer en un juego mental lleno de símbolos que agravan el caso: blanco igual a novia-leche-himen-asepsia-hospital; negro igual a mancha-sucio-pobreza-enfermedad-muerte. Para un taoísta, que acepta la muerte como algo bello y no como algo terrible, un poco de negro sobre una extensión blanca es una manifestación normal de la vida. En fin, le propongo una solución. Si usted la acepta no retiraré a mi hijo de su digna escuela: debemos continuar la obra artística de Brontis. En vez de pagar el volver a pintar de blanco, le enviaré muchos botes de pintura diferentes. Usted le dará permiso a sus alumnos para que llenen el baño de manos estampadas de todos los colores.

 
A juzgar por la conclusión del mismo Jodorowsky da la impresión que el director no estuvo de acuerdo con su propuesta: “por supuesto, tuve que inscribir a Brontis en otro colegio”.

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