Con frecuencia se incurre en el error
de considerar que la preocupación por la apariencia física así como el
despliegue de recursos para corregir lo arreglable, es un monopolio de nuestro
tiempo. Nada más lejos de la realidad y para muestra basta con citar unas
décimas populares de 1836, que expresan los prejuicios de la época y fueron publicadas en Almanaque espejo del siglo XIX:
El
carmín, el panecillo
y
el albayalde francés,
de
todo esto el compuesto es
con
que a la cara dan brillo;
con
agua de moncillo
y
tízar en pobres cazos
se
blanquean el pecho y brazos
estas
lindas cananeas;
ahora
sí ya no hay atrasos,
ya
se acabaron las feas.
El
cosmético también
tiene
su lugar aquí,
la
pomada, el pacholí
y
el espejo en que se ven;
se tiñen las cejas bien
y
si el pelo está canoso
lo
ponen negro y lustroso
con
todas estas cositas,
pues
con trabajo afanoso
ahora
todas son bonitas.
Si
la calvicie aparece,
la
peluca luego luego,
que
hace aparecer de nuevo
la
juventud que apetece;
si
de los dientes carece
se
planta una dentadura
y
así con esta postura
se
cubre las encías lisas,
con
que gozan de hermosura
las
prietas y cacarizas.
Si
nalgas no tiene alguna,
se
pone unas de salvado
y
de lana el pecho y piernas
o
algodón escarmenado;
y
así con tanto agregado,
su
crinolina de armón,
sus
botines de tacón,
a
fuerza se ven bonitas
y
aunque sean del cascarón
se
miran hoy exquisitas.
Como no podía ser de otra manera la
acción de estos productos y aditamentos provoca transformaciones de
consideración en la apariencia personal; así como por el contrario, comenta
José F. Elizondo en nota del 27 de febrero de 1938, también son de tener en
cuenta los efectos que produce su ausencia.
Una
muchacha coqueta
fue
a un baile de fantasía
disfrazada
de “Discreta”;
y
en qué forma cambiaría
que
no llevaba careta
¡y
nadie la conocía!
¡Oh
las niñas de hoy en día!
Es posible observar la existencia de
diversos disfraces y Jorge Ibargüengoitia hace alusión a uno de ellos.
En materia de
disfraces, las mujeres son habilísimas. Yo conozco una que se disfraza de
guapa. Se pone una pasta especial que le cubre los granos y los agujeros que
tiene en la piel, se dibuja cejas por donde no las tiene, se arranca los pelos
del bigote, se tiñe el cabello cada tercer día y de diferentes colores, cruza
la pierna, cierra la boca para que no se le caiga la dentadura y uno se tarda
más de veinte minutos en darse cuenta de que es horrible.
Por su parte María Luisa -la China-
Mendoza da cuenta de la estrategia empleada por Ausencia Bautista para
mantenerse joven y bonita.
Ser mujer es, en
verdad y no lo neguéis, dedicar toda una vida a untarse cosas por todos lados.
(…)
Conocí a una mujer
que nunca envejeció porque se bañaba en nieve del Ixtaccihúatl. Se llamaba
Ausencia Bautista, y sus novios se murieron de chirruscos y ella, como si nada:
sufría horrores porque ¡claro! la pretendían los nietos de sus primero flirts…
¡un abochornamiento!
Ausencia usaba
agua de abisinia Luque “producto consagrado por el público en largos años de
uso como el mejor tiente conocido para volver los cabellos a su primitivo
color” (así, todo sin comas, en una revista de la época). Usaba Izod’s que era
un corsé inglés de venta en el 30 Milk Street, London, confeccionado por nuevo
y especial procedimiento científico. Usaba la Creme Sirene que quitaba los
anuncios de la vejez porque “en el tarro se encierra toda la juventud de la
vida”. Ausencia se atragantaba de las Violetas Rusas de Quentin, que eran
plateadas y nomás consistían en chupetearlas tout le jour para conservar el aliento de una flor y no la bocanada
de un dragón.
Al considerar los modelos de belleza
femenina actuales y confrontarlos con los del pasado, la distancia entre unos y
otros es abismal por lo que se afirma que mujeres que a fines del siglo XIX o comienzos
del XX fueron consideradas verdaderas beldades, hoy tendrían que someterse a
tratamiento para reducir su notorio sobrepeso.
Dado el dinamismo de los modelos
imperantes no está de más preguntarse cuáles serán las medidas corporales
perseguidas por las mujeres de finales de este siglo que aún está en sus
primeros tramos.
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