Una queja reiterada, en particular entre los amantes del
cine, es la relativa a la traducción del título de las películas. Y es que en
realidad en ocasiones la versión traducida tiene muy poco que ver con la
original y más que nunca aplica aquello de traductor-traidor. Carlota Gedovius
se refiere a una de estos casos.
¿Cómo se
podrá sentir consigo mismo el individuo a cuyas manos llegó la película Rain
Man y le tocó traducir el título al español? ¿Se acuerdan? Es esa película en
la que sale Tom Cruise como hermano de Dustin Hoffman, que es autista y no
puede pronunciar su nombre: Raymond; por lo tanto, se nombra a sí mismo como
“Rainman”.
Como ven,
el escritor tuvo una razón, y muy buena, para titular la película: Rain Man.
Sin embargo, el personaje que tradujo el título no tuvo empacho en titularla Cuando
los hermanos se encuentran. Y yo me pregunto: ¿se sentirá conforme con ese
título?, ¿podrá dormir sin remordimientos por las noches?, ¿cómo pudo haberle
caído esa responsabilidad a un individuo tan inepto?, ¿cómo alguien puede
perpetuar un título así para una película?, y más aún ¿de dónde sacó la
genialidad de que era un buen título ese
de Cuando los hermanos se encuentran,
por más que fueran hermanos y por más que de pronto se encuentren?
Por su parte Guillermo Sheridan propone el escenario
posible en que se cometen estos dislates.
Debe existir en México, en algún
barrio sombrío, en algún cuarto piso de un edificio construido en los
cincuenta, una oficina taciturna. (...)
Sobre dos escritorios arcaicos H.
Steele y Compañía hay fotonovelas rosas, oficios amarillentos, tazas despostilladas,
clips oxidados, lápices mochos. Entre ellos, está el librero derruido donde
yacen diccionarios de una decena de lenguas modernas. Varias moscas revolotean
estúpidamente en círculos, ofreciéndole sus respetos a un foco cochambroso.
Bueno, lo que yo creo es que a esta
oficina asisten regularmente, desde hace décadas, un par de empleados calvos:
Menchaca y Camacho. Llegan a las diez, se colocan con esmero una visera en la
frente y ligas en los morcillos, miran los tinacos un rato y esperan. De pronto,
entra un chícharo y les entrega un oficio cuya copia firman de recibido.
El oficio dice: “C. Menchaca: favor de
poner a la brevedad nombre en español a la producción británica titulada Hamlet,
cuya sinopsis se anexa, para su futura exhibición nacional. Atte.” Los hombres
leen el oficio varias veces. Luego se ponen a consultar el diccionario
inglés-español durante un par de horas.
-Ham-let... ¡«El jamón dejado»!
Los dos hombres se quedan viendo. No
hay en todo su rostro ni gota de expresión. Vuelven a mirar el diccionario.
Deciden leer la sinopsis. Con un lápiz rojo, van marcando las palabras clave
(asesina, muere, ama, ambiciona, etcétera).
-¿«Pasiones brumosas»?
-No... ¿«Brumas de pasión»?
Silencio prolongado. Una mosca deja de
volar y cae muerta al suelo con un diminuto estrépito. Los hombres ven el
reloj. Se levantan y salen. Regresan con un paquete. Se comen una torta de
pierna y se beben un Lulú colorado. Vuelven a leer la sinopsis.
-¿«Aristócratas vengativos»?
-¿«El castillo del odio»?
-¿«Amor a la danesa»?
-¿«Almas podridas»?
La deliberación se prolonga por tres
horas. La tarde se acomoda entre los tinacos y los calzones. De pronto Camacho
grita:
-¡Lo tengo! ¡Lo tengo!
Un mes más tarde se estrena en el cine
Bucareli Un príncipe en apuros.
Cuando se sienten rebasados por el
problema, acuden a varios conceptos salvadores que constituyen una especie de
canon del traductor de títulos de películas en México. El primero es «apuros».
Este concepto puede abarcarlo materialmente todo porque el apuro es lo que
en teoría literaria se llama la trama. Como las películas (a menos que sean
francesas) suelen contener una situación dramática que debe resolverse, lo de
apuros funciona muy bien. También al espectador le funciona: «apuros» garantiza
que hay trama. Todos quedan satisfechos. Así, el Titanic es «Un barco en
apuros» mientras que «Un puente en apuros» será el del río Kwai. (Una variante
para esta solución es «enredos». Si es una película sobre un terremoto se le
pone «Los enredos de un subsuelo».)
Apuros, en realidad apuros son los que pasa quien elige la película en función
del título traducido cuando descubre que el film tiene muy poco que ver con aquello
que pudo haber imaginado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario