Los refranes están revestidos de un
aire de infalibilidad que, cuando menos en muchos casos, les queda demasiado
grande. Es por ello que diversos autores proponen una mirada crítica sobre
algunos enunciados del saber popular.
Noel Clarasó recuerda que Hemingway
cuestiona el proverbio “dime con quién andas y te diré quién eres” y que en su
argumentación propone el siguiente ejemplo: “Los once amigos de Judas eran
todos irreprochables, y ya sabéis él lo que hizo.” Añade Clarasó que cierto
humorista se permitió modificar el dicho: “Dime con quién andas y te diré quién
te acompaña.”
Por su parte Paul Tabori busca
desmentir al proverbio turco que afirma: “Si Alá te da autoridad, también te
dará la inteligencia necesaria para que sepas mandar”. Concluye Tabori: “Como
muchos proverbios, éste es al mismo tiempo peligroso y falso. Por lo que se
refiere a la burocracia, la adquisición de autoridad muy frecuentemente
determina la pérdida de la inteligencia, la atrofia de la mente y un estado
crónico de estupidez.”
Para
Jorge Ibargüengoitia el dicho de que “al que madruga Dios le ayuda” carece de fundamento
histórico y a este mismo respecto Perich sostiene que “las empresas han tenido
que colocar un reloj marcador a la entrada, porque con eso de la libertad
religiosa hay mucho ateo entre los obreros”.
El
conservadurismo se hace presente en el decir popular; Fernando Mirza alude a
ello.
Incluso en nuestro
idioma un refrán es testigo sonoro de lo profundo que está arraigado en nuestra
cultura la invitación a evitar el riesgo que supone lo nuevo: “más vale mal
conocido que bien por conocer”. Nuestra inteligencia debería haberse indignado
mil veces con este refrán.
También
hay afirmaciones populares discriminadoras como la que limita las posibilidades
en el sentir de quienes tienen problemas de visión. En relación a ello Gustavo
Fierros señala que “(...)
en el más sólido reino del prejuicio, un difundido e inapelable refrán otorga a
la mirada los derechos de la pasión: ‘Ojos que no ven, corazón que no siente’.”
Acerca
de que “perro que ladra no muerde”, Luis Melnik sugiere no olvidar que “hay quienes recomiendan tener
cuidado, porque suele ocurrir que el perro que ladra no muerde... mientras
ladra”.
Y ya que hablamos de perros no
olvidemos a los gatos. El de la voz en este caso es Max Aub para quien el dicho
de “pasar gato por liebre” que tiene tan mala fama, en realidad alude a un
negocio del modelo ganar-ganar.
¿Qué mejor y más
provechoso que vender gato por liebre? ¿Quién pierde? ¿El gato? No, que pasa
por liebre. ¿La liebre? No, que sigue viviendo, gracias a la treta. ¿El que se
lo come? Tampoco, que se figura comer liebre y la saborea como tal. ¿El que la
vende? Menos, que gana por lo menos doble.
En otro orden de cosas Antonio Muñoz
Molina cuestiona duramente el uso que se ha dado a un refrán de connotación
religiosa.
A Dios
rogando, dice un refrán terrible, y con el mazo dando, y yo siempre que lo oigo
me estremezco al pensar que el mazo siempre acaba dando en la cabeza de
alguien, y que el fragor público y amenazante de ciertas oraciones deja siempre
un rastro de descalabrados y descabezados, de infieles o herejes a los que es
lícito exterminar, o que por lo menos no merecen la protección de la
misericordia divina. El mazo, el hacha, la hoguera, la espada de filo
herrumbroso, el fusil automático, la lluvia de azufre o de radiactividad, no
han dejado de flagelar a los seres humanos en el nombre de Dios desde hace
milenios. Da la melancólica impresión de que el único progreso irreversible es
el de las técnicas de exterminio, o el de la difusión de las exhortaciones a la
matanza, que antes se hacían a gritos roncos en las plazas, y ahora se
multiplican en teléfonos móviles y en conexiones vertiginosas de Internet.
Dios nos
coja confesados, sobre todo a los que, como decía Luis Buñuel, son ateos por la
gracia de Dios.
Por último pocos refranes tan
políticamente incorrectos como el de “matar dos pájaros de un tiro”. ¿De qué se
trata?, ¿de ahorrar en balas o cartuchos? No cabe duda que dicha afirmación
debe contar con muy poca simpatía por parte de los movimientos ecologistas.
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