Ir a París y no sacarse una foto junto
a la torre Eiffel es como no haber estado en París. Al igual que la catedral de
Notre Dame y el museo del Louvre, constituye uno de los más característicos
emblemas de la ciudad luz.
Gregorio Doval proporciona una serie
de pormenores de su construcción así como especificaciones en cuanto a su
estructura.
El 31 de marzo de
1889, la construcción de la torre Eiffel se dio por acabada. La torre fue
levantada cerca del Campo de Marte en veintiséis meses por un equipo permanente
de sesenta obreros, siguiendo las indicaciones de los 5.300 planos elaborados
por el equipo de ingenieros. Su altura inicial fue de 312,27 metros , aunque
con la antena que posteriormente se añadió a su cúspide alcanzó los 320,75.
Esta altura varía, de acuerdo con la temperatura y las condiciones ambientales,
hasta en 18 centímetros .
Su peso total es de 10.000 toneladas, 7.300 de las cuales pertenecen a su
esqueleto metálico, lo que para sus dimensiones supone una estructura sumamente
ligera (se ha calculado que, si se redujera a una escala 1:1.000, tendría 30 centímetros de
altura y pesaría 7 gramos ).
Por centímetro cuadrado, la torre sólo ejerce una presión de 4,5 kilos sobre
sus cimientos. La acción del viento hace que su cúspide metálica oscile en un
arco de hasta 6 o 7 cm .
Los pilares están orientados a los cuatro puntos cardinales y se inscriben en
un cuadrado de 125 metros
de lado. En total, la torre tiene 1.792 escalones y contiene 1.050.846 remaches
metálicos. En 1980, la torre fue aligerada en 1.343 toneladas de peso, mediante
recortes practicados en el suelo del primer piso, puesto que había engordado
aproximadamente esos mismos kilos a causa de la batería de antenas y de los
ascensores incorporados al diseño original.
Su construcción originó reacciones
encontradas entre defensores y detractores por lo que a lo largo de su historia
despertó controversia respecto a su valor artístico. Una nota de prensa da
cuenta de las resistencias que en su momento provocó.
El 14 de febrero
de 1887 apareció en le Temps una “Protesta de los artistas”, dirigida al
director de los trabajos de la Exposición Universal , el Sr. Alphand. Las mayores
figuras del mundo de las letras, de la música y de la pintura manifestaban su
indignación ante el proyecto de Gustave Eiffel. Alexandre Dumas hijo, Francois
Coppée e incluso Charles Gounod, denunciaban: “una torre vertiginosamente
ridícula (...) que con su bárbara masa aplastará a todos nuestros humillados
monumentos, todas nuestras arquitecturas empequeñecidas desaparecerán en este
pasmoso sueño”. En otros lugres, la crítica adquiría pronto el cariz de un
catálogo de insultos. Para Leon Bloy, la torre era “un candelabro
verdaderamente trágico”; para Huysmans, un “supositorio lleno de hoyos”; para
Verlaine, un “esqueleto de atalaya”. Guy de Maupassant hablaba de “un
formidable monumento de Cíclopes que culmina en un ridículo y delgado perfil de
chimenea de fábrica”...
Este último escritor al perder las
esperanzas en la efectividad que pudieran lograr las protestas colectivas,
decidió asumir una actitud de resistencia personal, tal lo narrado por Edward
Said.
Se dice que poco
después de construida la torre Eiffel -para la Exposición Universal
en París, en la segunda mitad del siglo XIX-, el célebre escritor Guy de
Maupassant solía andar por toda la ciudad quejándose de lo mucho que le
desagradaba la gran estructura. Sin embargo, invariablemente iba a comer al
restaurante de la torre todos los días. Cuando alguien le hizo notar esa
conducta paradójica, Maupassant respondió sin inmutarse: "Voy ahí porque
es el único lugar en todo París desde el que no se ve, y ni siquiera se
percibe, la torre".
En un mundo tan pragmático como el que
habitamos no han faltado impugnadores por su falta de utilidad. Sin embargo, de
acuerdo a los cálculos de Pierre Sansot, ha servido como instrumento de medida.
“Gracias a nuestra constitución física, el conjunto de Francia produce
diariamente ocho millones cuatrocientos mil kilos de excrementos, es decir, más
o menos el peso de la torre Eiffel.”
Aunque pensándolo bien, estimaciones
como la precedente dejan la duda de si en realidad no se trata de una (poco)
sutil crítica a tan famosa estructura...
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