Al entrar en una librería o en una
biblioteca tener que escoger algún título no es nada sencillo. La industria
editorial renueva permanentemente los libros que pone a disposición del
potencial lector.
Para hacer frente a este dilema
contamos con algunas sugerencias que proceden de diversas fuentes. Noel Clarasó
recuerda los consejos de André Maurois para elegir un libro así como otras
consideraciones en relación a la actitud que debe tener el lector.
* Vale más conocer
perfectamente algunos autores y algunos temas, que tener una idea vaga y
superficial de muchos autores. (…)
* Procuremos
elegir bien el alimento. A cada espíritu le conviene un régimen literario
especial. Aprendamos a conocer quiénes son nuestros autores, encerrémonos con
ellos y dejemos tranquilamente fuera de casa a los demás.
* Rodeemos nuestra
lectura, siempre que sea posible, de la atmósfera de recogimiento que reservamos
a una noble ceremonia.
* Hagámonos dignos de los buenos libros,
porque con la lectura ocurre como con el amor: que no se halla ni en el amor ni
en los libros nada más que lo que ya se lleva dentro. El arte de leer es, en
gran parte, el arte de encontrar la vida en los libros y, gracias a ellas,
comprenderla mejor. (…)
* Un último
consejo: lo mejor que podemos hacer con un libro, del que después de leer los
primeros capítulos tenemos la impresión de que nunca lo reeleremos, es cerrarlo
y dejarlo cerrado ya para siempre.
Por su parte Roberto Fontanarrosa nos
comparte su experiencia a la hora de elegir un libro.
(…)
yo les voy a decir qué condiciones tiene que tener un libro para que yo lo
elija.
Primero
y principal no tiene que ser un libro gordo. Un libro gordo me parece un abuso
de confianza del autor hacia mi tiempo. Es como si aparece alguien y me dice:
“Quisiera hablar con vos, tenés dos semanas libres...”. ¿Cuál es el lazo de
confianza que me une a ese escritor para que durante dos meses yo me vaya a la
cama con él y su libro?”
Segundo,
y lo va a comprender la gente que ya tiene cierta edad, y no es por la madurez:
tiene que tener letra grande. Hay escritores que escribían con letra muy
chiquita, y ya a esta altura del campeonato ese esfuerzo es excesivo.
Otra
cosa: tiene que tener espacios en blanco. Si abro un libro y veo un masacote
negro, como si fuera un amontonamiento de hormigas, yo digo: “¿Por dónde entro
al texto?”.
Otra
alternativa: fíjense en capítulos cortos. Ustedes mismos se van a dar cuenta de
la sabiduría del cuerpo humano: usted está leyendo un libro y de repente
observa que sin darse cuenta su mano derecha va buscando las páginas hasta
llegar a un capítulo.
Otra
cosa que me interesa también es que tenga diálogos, porque a mí me gusta escuchar
a los protagonistas. Antes pasaba en algunos diarios, porque ahora el género
del reportaje es mucho más fluido, que hacían un reportaje y decían: “Estuvimos
en la casa del afamado escultor fulano de tal, y nos dijo que está pensando en
hacer una escultura que representa a un caballo comiendo una codorniz”.
Yo
digo: dejalo hablar al escritor, qué te metés en el medio. A mí con los libros
me pasa eso. Y si están bien escritos mejor, pero siempre préstenle atención a
esas consideraciones.
Tal vez estas
consideraciones le puedan ser de utilidad la próxima vez que tenga que elegir
un libro.
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