jueves, 6 de marzo de 2014

"Así hablaba Zaratustra" en la Revolución Mexicana




La complejidad de ciertos libros los vuelve de difícil lectura y no sería de extrañar que muchos de los que opinan sobre ellos ni siquiera los hayan leído. Uno de estos casos es el de Así hablaba Zaratustra de Federico Nietzsche que no fue aceptado por ningún editor y respecto al cual el propio autor reconocía la aridez de su lectura. En relación a ello señala Noel Clarasó


Lo editó el mismo Nietzsche, en una muy limitada edición. Ofrecía después los ejemplares a sus amigos a condición de que se comprometieran a leer el libro. Y sólo siete se comprometieron. Después de esto, en alabanza a la buena amistad de uno de sus incondicionales, decía Nietzsche:
-Es tan amigo mío, que ni la lectura de Así hablaba Zaratustra ha conseguido alejarle de mí.
 

Por su parte Renato Leduc -citado por José Ramón Garmabella- narra lo que le sucedió en tiempos de la Revolución.
 

Una vez, cuando contaba con unos 15 años de edad, compré el libro de Federico Nietzsche titulado Así hablaba Zaratustra para leerlo en el tren que me llevaría a Chihuahua. Como es lógico suponer, yo a esa edad no sabía quién carajos era el tal Nietzsche, pero como el título de su obra me era atrayente, de manera es que la adquirí con el firme propósito de leerla.
Total, que la comencé a leer y como no entendía una chingada, al llegar a Chihuahua dejé sobre la cama del hotel el libro y no me volví a ocupar de él. Sin embargo, a los pocos días, llegaron a visitarme un telegrafista amigo mío llamado Tomás Campos y el afamado general villista Pablito Seáñez, cuya fama se debió entre otras cosas a que fue muy amigo de John Reed; Pablito se sentó en la cama y al ver el libro aquel me preguntó:
—Oye, ¿y quién era este Zaratustra?...
Le respondí:
—Pues un cabrón que así hablaba...
Y le regalé el libro con la esperanza de que él sí lo entendiera...

Por cierto que Seáñez (o Siañez, según otras fuentes) llegó al final de su vida por lo que suele identificarse como cuestiones de momento. Afirma Nellie Campobello: “Aseguran que se disgustó con el general Villa, que se manoteó con él y que Pablo insultó al general, se hicieron de palabras y, en la discusión, sacaron las pistolas; la más rápida, como hasta entonces –de otro modo no hubiera sido el jefe-, fue la del general Villa.”

Lo que ya no sabemos es si finalmente el general Seáñez tuvo tiempo de hincarle el diente a Así hablaba Zaratustra o si la historia de aquel libro siguió en la calesita de los obsequios.


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