martes, 11 de noviembre de 2014

Del pasado al presente: una carta de Germán Dehesa


Hay momentos en que uno siente que ciertos escritores hacen falta, mucha falta; esto me sucede en estos días respecto a Germán Dehesa. Extraño su ironía, cinismo, crítica implacable. Los poderosos, temerosos de su afilada pluma, procuraban su amistad con el afán de contener ese humor tan personal con el que Dehesa se defendía –y nos defendía- de la arbitrariedad, la injusticia, la corrupción y la impunidad en que vivimos.
Lo que más añoro en las actuales circunstancias es su gran habilidad para encontrar resquicios de esperanza en donde parecía no haberlos. Es por ello que recupero uno de sus textos titulado “A quien corresponda” y publicado en el periódico Reforma el 18 de junio de 1995.
¿A quién corresponde esta carta? Quiero pensar que a mí, a ti, a usted, a nosotros que vivimos en México y que no nos conformamos con ser espectadores pasivos de su daño, de su malestar de su desencuentro y de su desánimo. Por razones que tenemos el deber de esclarecer, a este país ha llegado el mal tiempo. El ilusionado (e iluso) barco ha naufragado. Pienso ahora en náufragos ilustres como Robinson Crusoe, o Alvar Núñez Cabeza de Vaca. ¿Qué hicieron ellos? Bueno, pues hicieron muchas cosas. La primera: dejar el llanto y el quejumbre para mejor ocasión. No había tiempo que perder. Todas sus fuerzas se concentraron en la supervivencia. Pensaron, imaginaron, rescataron, construyeron, inventaron, improvisaron, trabajaron, le exigieron el máximo esfuerzo a su cuerpo, a su alma, a su inteligencia y, al final, pudieron reencontrarse con la vida en un abrazo que inauguraba el futuro. La lección ahí queda. Nada nos impide a los mexicanos aprovecharla. Me basta con mirar la larga, desgarrada y tenaz historia de mi país; me bastan las pirámides, los templos, el helado de guanábana, el Lago de Pátzcuaro y el escándalo de las bugambilias para saber que sí podemos; que mi país sigue, y que tan cierto como el naufragio es la posibilidad del rescate y de la inauguración del futuro. No deseo que mi país vuelva a ser como antes; quiero con toda mi alma que sea mejor que antes; que sea tan digno y tan justo como nunca antes. Por eso te escribo, amigo, lector, mujer, hombre joven e idealista, o atardecido y sabio. En este momento, todos nos necesitamos. Ninguna buena idea, ningún proyecto viable, ninguna innovación puede ser desperdiciada, o empobrecida en el triste beneficio personal. Hoy más que nunca tenemos derecho a soñar, pero a condición de que ese sueño se someta al juicio de la lucidez; se transforme en proyecto y salga a la luz para beneficio de todos. Si hoy la muerte nos muestra los infinitos e impensables modos de su perversión, es tarea de todos los que estamos del lado de la vida imaginar y compartir los incontables proyectos de la resurrección. Te lo digo aquí y por escrito: trabaja, colabora, comparte tus buenas ideas, imagina, déjate ganar por la alegría; no tengo la menor duda: el amanecer es de nosotros.
Vista desde el hoy la tarea colectiva a la que convoca Germán Dehesa pareciera ser titánica, ojalá que podamos con el paquete. La historia lo dirá.

No hay comentarios: