Desde
el pasado remoto el ser humano ha intentado conocer lo que le depara el
porvenir. Sea solamente por curiosidad o bien para intentar cambiar el destino,
tanto el hombre de la calle como el poderoso han recurrido, y lo siguen haciendo,
a quienes suponen que tienen el don de ver el futuro. Muchos libros se han
ocupado del vínculo entre gobernantes y videntes; para el caso de México es
posible citar el de José Gil Olmos Los
brujos del poder. El ocultismo en la política mexicana. México, Random House
Mondadori-DeBolsillo, 2008 (este mismo autor publicó un segundo volumen sobre
el tema).
El
intento de anticipar el futuro para estar sobre aviso y poder actuar en
consecuencia, lo encontramos en diversas culturas. Ciertos animales colaboran
(en forma involuntaria) a tal fin y Wimpi proporciona algunos ejemplos.
Cuando los dayaks, indígenas de Borneo, necesitan
conocer por adelantado el futuro, leen la anticipación en el hígado de un
cerdo. Toman al cerdo vivo, le dicen qué es lo que debe preguntarle de parte de
ellos, al Ser Supremo y lo atan para que el alma del animal liberada pueda
acudir a la insólita entrevista.
Hay en esto un detalle interesante: los dayaks matan
al cerdo por sorpresa: se esconde el cuchillo hasta el último momento y recién cuando
el cerdo “ya sabe” qué es lo que tiene que preguntarle al dios sobre el futuro
de la tribu, interviene súbitamente el encargado del sacrificio y lo degüella
“sin que se dé cuenta”.
Presumen los dayaks que si el cerdo se enterara de que
lo han matado, podría desfigurar, para vengarse la pregunta que le mandan
formular.
En cuanto al bicho hubo cesado de patalear, le abren
el flanco, le sacan diestramente el hígado y leen, en él la respuesta de la
Divinidad.
También
las aves fueron consideradas, de acuerdo con Wimpi, un agente propicio para
adentrarse en el futuro
Andando la historia de Roma, aparecieron los augures.
El nombre “augur” viene de una palabra perdida “aug-o”, que quería decir
“narrador”. Una de las misiones principales del Colegio de
Augures, era la de vigilar la realización de los auspicios.
“Auspicio” es palabra originada en las de “avis”: ave
y “spicio”: mirar.
Consistía esta práctica adivinatoria en observar cómo
comían ciertos pollos reservados exclusivamente para la prueba. Estos pollos
eran cuidados por un funcionario especial, el “pullarius” – pollero-, y cuando
alguien debía acometer alguna empesa azarosa, a fin de anticiparse la suerte
que en ella tendría, hacía desparramar grandes cantidades de granos de cereal
en torno a la jaula y, lugo, se abría ésta dejando franca la salida a los
pollos.
Si los pollos se lanzaban atropelladamente sobre el
cereal y lo devoraban, el auspicio era favorable. Si se mostraban inapetentes,
la suerte en la empresa de que se trataba le sería adversa al consultante.
El
mismo Wimpi refiere una historia adivinatoria en relación a la sucesión del
poder en tiempos de la Roma imperial.
La alectriomancía
consistía en lo siguiente: “se trazaba en la arena un círculo dividido en
tantas partes iguales como letras tenía el alfabeto, se escribía una letra en
cada parte y, sobre cada letra, se ponía un grano de trigo. Hecho lo expuesto,
soltábase un gallo en el medio del ruedo. Las letras cuyos granos iba comiendo
el gallo formaban la palabra correspondiente a la respuesta”.
Flavio Valente, emperador romano, sintióse, un día
novelero por saber quién lo sucedería en el trono. Sus adivinos hicieron el
círculo, trazaron las letras, pusieron el trigo y llevaron el gallo.
El gallo comió los granos de las siguientes letras: T,
E, O, D. Y después, Valente hizo matar a los adivinos y a todos los conocidos
cuyos nombres empezaran con “TEOD”.
Sin embargo, quedó vivo Teodosio, quien, después de
muerto Valente en la batalla de Andrinópolis, y según lo predijera el gallo,
fue su sucesor.
Otro
procedimiento empleado habitualmente es el de la quiromancia (adivinación por las líneas de la mano). Según Wimpi,
Aristóteles creía en ello cuando afirmaba que “no
sin razón están escritas las líneas de la mano del hombre, ya que señalan la
influencia del cielo en su destino” y añade
Wimpi la existencia de un
pasaje bíblico que sostiene: “La Ley del Señor será escrita en tu frente
y en tu mano”.
Aun en el presente, con su vertiginoso avance científico y tecnológico, sigue vigente la lectura de manos tal como la
practican las gitanas. Claro que hay quienes consideran que todo esto no pasa
de ser una patraña. Ambrose Bierce define al adivino como la “persona dispuesta
a leer tu fortuna por una pequeña parte de la misma” y, de manera muy similar,
Rius afirma que adivina es la “señora que nos ve la cara viéndonos la
mano".
En estos tiempos de tanta incertidumbre con
frecuencia se alude a diversas predicciones que provienen de diferentes
fuentes. Leszek Kolakowski puntualiza las condiciones que deberían cumplir
aquellas que pretendan ser serias.
Las auténticas predicciones tendrían que cumplir tres condiciones. Primera:
los acontecimientos predichos deben ser imposibles o muy improbables de
predecir en circunstancias normales. En otras palabras, presagiar la muerte
dentro de seis meses de determinado estadista, que se sabe que padece cáncer,
no puede considerarse una verdadera predicción. Segunda: los acontecimientos
predichos deben ser claros, no velados con vagas metáforas que podrían aplicarse
a cualquier cosa, como las predicciones de Nostradamus, y no pueden
reducirse a certezas propias del sentido
común, como por ejemplo, las afirmaciones de esos adivinos americanos que
predicen, con toda seriedad, que en los próximos meses habrá más problemas en
Oriente Medio. Finalmente, debe ser posible comprobar si los acontecimientos
predichos se han producido y, por supuesto, la profecía no puede referirse a
algo que el adivino se proponga realizar.
Si aceptamos los postulados de Kolakowski, muchas
predicciones y pronósticos no pueden ser tomados en cuenta; ejemplo de ello es
el que expone Woody Allen
Pronosticación. Finalmente, llegamos a Aristonidis, el conde del siglo XVI
cuyas predicciones continúan provocando el asombro y la perplejidad hasta de
los más escépticos. Ejemplos típicos son:
“Dos naciones entrarán en guerra, pero sólo una vencerá”.
(Los expertos opinan que se refiere a la guerra ruso-japonesa de
1904-1905…, una proeza pasmosa en el campo de la pronosticación, si se
considera el hecho de que ésta fue formulada en 1540.)
En esa misma línea afirman algunos horóscopos: puede ser que la próxima
semana realice un viaje (o puede que no…)
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