jueves, 22 de octubre de 2015

Ahorro de palabras


En estos tiempos de consumismo no es fácil practicar el ahorro en ninguna de sus variantes. Y en contra de lo que podría suponerse, el derroche de palabras suele tener un alto costo que, con frecuencia, da origen a pleonasmos a los que Alex Grijelmo define de la siguiente manera: “La redundancia de significado no relevante (es decir, con palabras prescindibles) se denomina ‘pleonasmo’, vocablo procedente del griego pleonasmós (‘sobreabundancia’ o ‘exageración’).”

Para no incurrir en el error de considerar que siempre son negativos, aclara Grijelmo: “Como sucede con el colesterol y con las amistades, hay pleonasmos buenos y pleonasmos poco recomendables. Los buenos añaden expresividad, ironía… algo: ‘Cállate la boca’, por ejemplo.” Pero los más frecuentes son malos, aquellos que sin agregar nada pueden volver confuso lo que se expresa; según Grijelmo de este tipo son los que abundan tanto en la política como en el periodismo, ámbitos en los que muy a menudo las palabras pierden su significado.

Y queríamos llegar hasta aquí para preguntarnos si la abundancia de pleonasmos no implicará que algunas personas están dejando de creer en la fuerza de muchas palabras y en sus significados redondos; y si eso explicará tal vez el desmedido uso del adverbio “absolutamente” entre quienes hablan en público: estamos absolutamente felices, absolutamente decididos, absolutamente seguros. Quienes se expresan así imaginan acaso fisuras en las palabras más sólidas; o quizás esos vocablos se les han desgastado por su desempeño falso y artificial. Un político que dice “vamos a resolver este difícil reto” está dejando de creer en la palabra “reto”, de tanto manosearla.

Así como hay cazadores de erratas (a los que hemos aludido en otra oportunidad http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.mx/2013/12/cazadores-de-erratas.html), también los hay de pleonasmos. Sin que se trate de una enumeración exhaustiva, aquí presentamos algunos:
salió volando por los aires
lo vi con mis propios ojos
casco protector
lo he pintado con mis propias manos
asolearse en el sol
¡salga afuera!
se lo vuelvo a repetir
brinca hacia arriba
lo que no puede ser, no puede ser y además, es imposible
hecho real
asómate al exterior
pensó para sí
cita previa
planes de futuro
bajar abajo
obsequio gratuito
subir arriba
erario público
avanzar hacia delante
polos opuestos
mi propia opinión personal
buena ortografía
¡oríllese a la orilla!
lo oí con mis propios oídos
protagonista principal
el estadio estaba completamente abarrotado
es totalmente gratis
vio un falso espejismo
se aprobó con la unanimidad de todos

Los hay que son verdaderas joyas, como el que encontró Alex Grijelmo en un diario madrileño: “Ayer por la mañana se practicó la autopsia al cadáver del fallecido”. Ante este despropósito Grijelmo no desperdició la oportunidad de ironizar: “Realmente nos dejaba ya muy tranquilos saber por esa frase que las autopsias se les practican a los cadáveres, pero todavía nos quedamos más a gusto cuando supimos que esos cadáveres están muertos.” Otra de estas perlas Grijelmo la oyó en una radio en la que, al dar la noticia del encarcelamiento de cierto personaje público, agregaron “le tomaron las huellas dactilares de los dedos de sus manos”. Aquí tampoco perdería la oportunidad de replicar con sarcasmo: “lo cual da a entender que a veces las huellas dactilares se toman de algún otro lugar del cuerpo”.

Ahora bien, ¿existen tratamientos para prevenir pleonasmos? El mismo Grijelmo recomienda tomar en cuenta la máxima de relevancia.

El genio del idioma no quiere que se diga con dos palabras (o más) lo que se expresa a la perfección con una. Y eso encuentra una explicación en la máxima de relevancia que definió el filósofo de la lengua inglés Paul Herbert Grice (1913-1988).
La máxima de relevancia constituye una de las reglas de cualquier conversación en la que dos interlocutores intentan entenderse. Y consiste en que todo lo que cuentan ha de ser relevante (adecuado, pertinente) para la idea que desean transmitir. Lo superfluo queda eliminado antes de pronunciarse, y así se añade significado a la individualidad de cada término. Si una palabra está presente, será por algo: tendrá un sentido propio, igual que las demás.

Fácil de decir, difícil de practicar.

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