martes, 21 de noviembre de 2017

Celebraciones de actores, futbolistas y políticos


En este espacio tenemos invitados recurrentes (es innegable que uno tiene predilecciones) y entre ellos se encuentra el actor Fernando Fernán Gómez quien, amplio conocedor del oficio, alude al infantilismo de sus colegas.

El niño quiere serlo todo. Un día, barbero. Otro, cosmonauta. Al siguiente, limpiabotas. Esta temporada dice: “Papá, de mayor voy a ser marinero”. A los pocos días estará jugando a los soldados. O dirá que va a construir un embalse. Hoy desea ser piel roja; mañana, ladrón; pasado, equilibrista.
La vocación de actor delata en parte este infantilismo. 

Prueba de ello –según Fernán Gómez- es el tipo de festejos que arman al concluir los estrenos de las obras en que participan.

En textos enjundiosos sobre la psicología de los actores, se lee que una de las pruebas de su temperamento infantil son las explosiones de alegría comunicativa que siguen a las representaciones. Esto es cierto si nos referimos a los días de estreno, y si el estreno ha ido bien. Los actores, las actrices, el autor, el empresario y los amigos se felicitan unos a otros, se abrazan, se besan entre risas, se palmotean, se marchan por ahí a beber y a bailar. Todo esto porque han realizado un trabajo, su trabajo. 

Ahora bien, continúa Fernando Fernán Gómez, esta forma de celebrar no es habitual en otros oficios y profesiones. 

Parecería insólita esta actitud en otras profesiones. Un notario, pongo por caso, que por poner su firma al pie de un documento abrazase a las mecanógrafas y a los pasantes, palmotease y besase entre carcajadas a los clientes. ¿Y qué diríamos de un sacerdote que cada vez que acabase una misa tuviera que bailotear con los monaguillos y el sacristán?

Tal vez –y siempre citando al mismo autor- la cuestión admite una excepción: los futbolistas; su caso es aún más llamativo.

(…) ellos celebran cada gol de manera mucho más escandalosa que los cómicos un mutis con aplauso. Si a la primera actriz se le subiera a los hombros el traspunte para felicitarla, quedaría despedido en el acto. Los futbolistas incurren en infantilismo, mas puede opinarse que su trabajo, como el de la escena, es al mismo tiempo un juego y un espectáculo.

Es evidente que a Fernán Gómez le interesan las similitudes que existen entre actores y políticos; a ello ya nos hemos referido en otra ocasión (http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.mx/2014/05/el-teatro-de-la-politica.html) Ahora retoma esta comparación.

Pero, entonces, ¿qué decir de los políticos, de los candidatos a diputados, cuando en la sede de su partido se enteran de que han ganado las elecciones -victoria que les obligará en muchos casos a hacerse cargo de la economía de un país al borde de la quiebra, o a enfrentarse con el paro, el terrorismo, la amenaza de los golpistas-, y que lo celebran también con abrazos, risas, besos, canciones y descorchando botellas de champaña? 

Y concluye formulando una pregunta: “¿No es exclusivo de los niños actores celebrar así el final de un trabajo, o es que los políticos también son niños actores?”

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