Antes
que nada vayamos al origen de la palabra sabotaje,
de lo que nos informa Homero Alsina Thevenet.
En
Holanda fueron populares y necesarios los zapatos de madera (a veces de cuero
con base de madera), utilizados para trabajar en la tierra o en pantanos. Esos
zapatos son conocidos en español como zuecos y en italiano como zoccoli.
Pero en Francia y en Inglaterra se les dio el apelativo de sabots,
palabra cuya etimología parece ser la misma de zapato. Por extensión,
llegó a darse también el nombre de sabots a los durmientes de madera
dura en que se apoyan las vías del ferrocarril.
Hasta
que llegó el momento en que el devenir de las palabras se une con el
acontecimiento histórico. Continúa Alsina Thevenet
Fue
justamente en una huelga ferroviaria francesa, hacia 1910, que los obreros en
conflicto iniciaron la práctica de aflojar los tornillos con que los rieles
quedan sujetos a los sabots. La obvia intención era provocar
descarrilamientos de trenes. El procedimiento fue rotulado como sabotaje,
nombre que después se dio a muchas otras operaciones de intención similar, con
o sin ferrocarriles. En la actualidad, se denomina sabotier a quien
fabrica zuecos y saboteur a quien fabrica sabotajes.
Los
sabotajes han sido utilizados por diversas ideologías y en formatos muy
diferentes. Uno que fue muy peculiar tuvo a Goebbels como autor intelectual (sic).
Fue en ocasión del estreno de la película antibélica Sin novedad en el frente; las polémicas sobre el film ocasionaron
enfrentamientos entre nazis y comunistas. Francisco Uzcanga Meinecke da cuenta
de lo sucedido.
El escritor
y dramaturgo austríaco Arnolt Bronnen y su mujer Olga Förster-Prowe (…) [interrumpieron] el estreno de la película
antibélica Sin novedad en el frente
lanzando ratones blancos a los espectadores. La acción formaba parte de los
actos de sabotaje ordenados por el íntimo amigo de la pareja, Joseph Goebbels,
ideólogo de la Revolución Nacional que culminaría en el Tercer Reich.
La
película fue estrenada en 1930 y está basada en la conocida novela homónima de
Erich Maria Remarque. Tomamos de Wikipedia una breve reseña de la misma.
Un grupo
de jóvenes amigos son persuadidos por un profesor que los invita con un
discurso patriótico y nacionalista a unirse al ejército alemán en defensa de su
país. Entusiasmados, los jóvenes se alistan no sabiendo lo que les esperaba. Al
tiempo de su entrenamiento los llaman a combatir al frente, al vivir la
experiencia constataron que la guerra no es más que hambre, fatiga, miedo,
dolor y muerte. Entra en juego la desilusión. El rencor, la lucha, los miedos,
el hambre, y el poder reconocer que la idea que tenían de la guerra no era más
que la ilusión.
La trama
sigue a este grupo y de cómo pasan del idealismo a la desilusión.
El
argumento no podía ser del agrado de los nazis y el sabotaje de los ratones fue
un pequeño anuncio de la gran tragedia que ya se estaba desencadenando.
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