Los personajes públicos son permanentemente acosados
con la pregunta: ¿usted es…? Una vez confirmado el aserto ya vendrá el papel
para el autógrafo (en relación a ello http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.mx/2011/02/cazadores-de-autografos.html)
o la pose para la foto… Muchos somos
quienes queremos tener la prueba de haber estado con ellos.
Entre quienes están en este caso, algunos tienen
respuestas dignas de citarse. No tienen desperdicio las que daba Jorge
Luis Borges –y que conocemos gracias a Roberto Alifano- en ese tipo de
encuentros.
-¿El señor es Jorge Luis Borges?
-Bueno, creo que sí, señor –respondió Borges.
En otra ocasión:
-¡Borges! ¿Es Borges, verdad? –exclama.
-Sí, señor –responde el escritor-, soy Borges y cada
vez estoy más harto de serlo.
También estuvo el encuentro de alto riesgo:
Borges es acosado por unas señoras en el momento mismo
en que cruzamos la calle.
-¿Usted es Borges, verdad? –pregunta una de ellas.
-Sí –responde el escritor-. Pero si seguimos aquí
corro el riesgo de dejar de serlo en cualquier momento.
Puedo aportar una vivencia personal acerca del tema
que nos ocupa. Hace muchos años caminando por la playa de la Concha en la
ciudad de San Sebastián me pareció identificar al reconocido filósofo:
-¿Usted es Fernando Savater, verdad?
-Bueno, podría decir que sí o… lo que va quedando de
él.
No debe ser nada fácil ser famoso y continuar
siéndolo.
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