jueves, 16 de agosto de 2018

Oportunismo a largo plazo


Al oportunismo se lo vincula habitualmente con lo inmediato, con el corto plazo, tal como lo demuestran quienes tienen ese don de la ubicación que les permite situarse en el lugar adecuado en el momento preciso. Gracias a ello muy pronto obtendrán importantes beneficios. Existen varios dichos populares que les aluden: “no da puntada sin hilo”, “siempre sale en la foto”, “no da paso sin huarache”, etc. Siempre saben encontrar o construir su lugar y por ello en ocasiones se los identifica como “acomodados”. La gama de quienes se desempeñan en ese oficio es amplia y va desde los principiantes hasta los colmilludos, verdaderos expertos en el rubro.

Lo que no es tan conocida es la existencia de oportunistas a largo plazo, categoría que –según Hans Blumenberg- aplica nada menos que a los filósofos.  

A Diógenes de Sinope le preguntaron cómo quería ser enterrado. "Con la cara hacia abajo", fue su respuesta.
Viendo la sorpresa en los rostros a su alrededor, añadió que el mundo daría pronto la vuelta y que entonces yacería correctamente. (…)
Desde siempre se ha deseado que los filósofos sean clarividentes. También éste, por muy poco querido que hubiera sido, habría de tener razón al menos después de morir.

Diógenes sabía que sus opiniones eran rechazadas por erróneas, desorientadas, equivocadas, por lo que su decisión de ser enterrado al revés le permitiría tomarse (aunque él no lo viera) una merecida revancha. “Pudo ser que Diógenes hubiera pensado qué mala reputación tenía en todas partes; únicamente tras su muerte se contaría sin rodeos que su vida habría de dar la vuelta en la tumba. Y entonces yacería correctamente.” Y aquí es cuando Hans Blumenberg se refiere al vicio de los filósofos: “Lo más verosímil es que Diógenes tuviera el vicio de los filósofos: oportunismo a largo plazo.”

No es novedad que los filósofos desconfían del presente y sus urgencias. Saben que lo que hay no es lo único que puede haber; que muchas situaciones de apremiante vigencia, mañana ni siquiera serán recordadas. Como dice Blumenberg: “Pues siempre ha tenido razón quien no confiaba en la estabilidad de la situación del mundo y se ponía de parte de la siguiente revolución, con independencia del lugar del que las cosas vinieran y en el sentido en que quisieran revolucionar.”

Diógenes sabía algo de todo esto, de ahí que su decisión de ser enterrado al revés le aseguraba que a futuro “él yacería entonces correctamente”.

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