martes, 19 de febrero de 2019

Pío Baroja haciendo amigos


En otras ocasiones ya nos hemos referido a Pío Baroja (por ejemplo en http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.com/2015/08/destinatario-equivocado.html y http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.com/2014/06/cartas-perdidas.html). En esta ocasión y guiados por José Luis Melero nos asomaremos a su reconocido mal carácter que se hace manifiesto en los conceptos demoledores que vierte sobre el reconocido médico e investigador Santiago Ramón y Cajal.

Solo vio Baroja al de Petilla de Aragón dos veces: una en el acto de lectura de su tesis doctoral, “El Dolor. Estudio de Psicofísica” –presentada en mayo de 1896 y con la que obtuvo el grado de doctor en Medicina-, pues el aragonés estaba en el tribunal, aunque no le hizo “ninguna pregunta ni observación”; y la otra en un café de la calle del Prado, donde Cajal “parece que estaba allí de conquista con una rubia gorda, y al vernos a nosotros se levantó bruscamente y se fue”.

Esos escasos contactos no fueron impedimento alguno para que Baroja se despachara con la cuchara grande a la hora de aludir a Cajal; continúa Melero

Dice que tenía un aire “huraño y desabrido” y que “como filósofo de la Medicina, no era cosa mayor. Sus ideas científicas no creo que fueran de gran envergadura”. No contento con esto, para Baroja “Ramón y Cajal era hombre hosco, de aire huraño y brusco. Había en él algo de gran rabino”.

Recurre también al habitual procedimiento de buscar aliados a la hora de apuntar al adversario.

Nos recuerda que Unamuno no le tenía simpatía: “No sé qué ha hecho en Histología, pero en lo demás no dice más que vulgaridades”, escribió el autor de La tía Tula. Baroja le da la razón y asegura que Cajal “tenía un localismo y una patriotería un poco absurda”, que era “arbitrario” y que todavía en la vejez se le notaba la libido.



Federico García Sanchiz, por otra parte, describe a Pío Baroja como el malhumorado nacional e intenta salir en su defensa al señalar que “gruñe para que lo mimen”.


Pero aun aceptando que cada quien busca el afecto a su manera, por lo menos en lo que hace a su forma de aludir a Santiago Ramón y Cajal no se puede más que estar de acuerdo con José Luis Melero cuando concluye: “Baroja siempre haciendo amigos”.

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