martes, 10 de septiembre de 2019

Destrucción de libros


Larga es la historia de destrucción de libros que incluye desde la quema de códices por parte de los conquistadores, la acción de los inquisidores, hasta los regímenes totalitarios, etc.

Hace unos años la situación se volvió a presentar en la guerra de la ex-Yugoeslavia; Arturo Pérez-Reverte –testigo de aquellos hechos- describe la situación.

Aquella noche, en Sarajevo, los cañones no apuntaban a la carne humana sino a la materia que conforma su alma y su inteligencia. (…) las primeras bombas serbias siempre eran para la iglesia, los archivos, el museo de turno.

La población hizo hasta lo imposible para salvar su acervo pero sus posibilidades estaban seriamente limitadas.

En realidad eran los vecinos del viejo Sarajevo, los infelices muertos de hambre, flacos y agotados, que salían de sus casas, desafiando el fuego, intentando salvar los restos de su biblioteca… corrían bajo las balas y las bombas, entrando en el edificio y saliendo con manuscritos y libros en brazos. Los filmamos llorando sobre páginas hechas cenizas, inútiles y patéticos en su esfuerzo. No había agua con que apagar las llamas. Y todo ardió hasta los cimientos.

Tal como acontece en estas situaciones, el avalúo de las pérdidas no es cuantificable.

Como ardió también el Instituto Oriental, con mil años de trabajo caligráfico reunidos desde Samarcanda hasta Córdoba, desde El Cairo hasta Sarajevo. Ediciones únicas de incalculable valor. El esfuerzo, la vida de miles de hombre que dejaron en ellos sus pestañas, su inteligencia y sus sueños. Todo fue borrado en una sola noche, y ya no existe. Ya nadie podrá volver a leerlo nunca. Jamás.

De acuerdo con Arturo Pérez-Reverte la destrucción de un libro no tiene atenuante posible.

Déjenme contarles un secreto. Cuando un libro arde, cuando un libro es destruido, cuando un libro muere, hay algo de nosotros mismos que se mutila irremediablemente, siendo sustituido por una laguna oscura, por una mancha de sombra que acrecienta la noche que, desde hace siglos, el hombre se esfuerza por mantener a raya. Cuando un libro arde mueren todas las vidas que lo hicieron posible, todas las vidas en él contenidas y todas las vidas a las que ese libro hubiera podido dar, en el futuro, calor y conocimientos, inteligencia, goce y esperanza.

A continuación Pérez-Reverte –fiel a su estilo- con expresiones categóricas que  originan adhesiones así como desacuerdos, enuncia una serie de conjeturas.

Destruir un libro es, literalmente, asesinar el alma del hombre. Lo que a veces es incluso más grave, más ruin que asesinar el cuerpo. (…)

Hay homicidios conscientes, voluntarios, ejecutados con plena conciencia. Crímenes que pueden resultar, tal vez, explicables o discutibles en un momento de pasión, de ignorancia, de ira, de patriotismo, de odio, de celos, de utopía. Pero rara vez la muerte de un libro, la destrucción de una biblioteca, puede beneficiarse de atenuante o explicación alguna. Por el contrario, éste suele ser un acto voluntario, consciente y cruel, cargado de simbolismo y maldad.

Porque finalmente en su opinión: “Ningún asesinato de libros es casual. Ningún asesino de libros es inocente.”

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