La
verdad es todo un tema. En principio casi todos decimos militar en su causa pero
la cosa tiene sus bemoles; no solo a veces la retaceamos frente a los demás
sino también de cara a nosotros mismos porque de los cuentos que nos contamos,
también está hecha la vida.
Cuando
la verdad no es completa deja de serlo y ello conspira contra la justicia que por
eso pregunta a los testigos: “¿Jura decir la verdad, toda la verdad y nada más
que la verdad?” Ya entrados en tema, recurramos a Simon Leys.
Entre las
tribus primitivas, idiotas y locos son objeto de un respeto especial y
disfrutan de ciertos privilegios; dado que su condición les libera de las
limitaciones normales de la prudencia y la sabiduría, son los únicos a los que
se puede perdonar que digan la verdad, una actividad que no se toleraría
naturalmente en una persona cuerda.
Este
privilegio según Leys tiene su razón de ser. “Porque la verdad, por su propia
naturaleza, es fea, salvaje y cruel; perturba, asusta, hace daño y mata.” Y de
ahí que recomienda dosificarla. “Si en algunas situaciones extremas puede
llegar a utilizarse, debe ser sólo en pequeñas dosis, en condiciones de
riguroso aislamiento y con las más estrictas precauciones profilácticas.” Quien
no tenga este cuidado puede convertirse en un verdadero peligro para sí mismo y
para los demás. “El que esté dispuesto a difundirla sin control o prodigarla,
tal como llega, es una persona peligrosa e irresponsable a la que se debería
poner coto por su propia seguridad, así como para preservar la armonía social.”
Por si fuera poco, Josep Pla –en entrevista de Salvador Pánikar- advierte
sobre la existencia de muchas verdades.
“Hay la verdad de usted, la verdad
de su mujer, la verdad mía, la verdad de usted ayer, la verdad de usted mañana.
Todo es un enorme mundo de verdades.”
Pero
eso sí, sucede –continúa Simon Leys- que en ocasiones la verdad no se doblega
ante los obstáculos y restricciones que la tenían bajo libertad vigilada.
Sin
embargo, a veces (…) la verdad se libera. Igual que un río que rompiese sus
diques, desbarata todas nuestras defensas, irrumpe violentamente en nuestras
vidas, inunda nuestros cómodos hogares y deja expuesto en medio de la calle,
para que todos lo vean, el pez que habitaba en las profundidades.
Por
tanto la mentira y la simulación nunca pueden sentirse tranquilas porque sabido
es que en cualquier momento…
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