No es
infrecuente que personas sumamente preparadas coincidan en ciertos conceptos con
quienes carecen de formación académica. Entonces queda planteada la duda, ¿será
necesario tanto estudio? El ejemplo lo proporciona José Jiménez Lozano
En las
estupendas memorias de Llorenç Villalonga (…) la mención de Dorotea, la niñera,
que decía: “Un hombre no me espanta, lo que me da es asco”; y explica
Villalonga: “Según supe más tarde, cuando siendo jovencita comprendió lo que
era el acto sexual, vomitó”.
Será a
partir de lo acontecido con Dorotea que el mismo Villalonga –citado por Jiménez
Lozano- lo relacione con casos similares que tuvieron lugar en su consulta.
En el
curso de mi carrera psiquiátrica, he conocido a una neurótica que reprochaba a
la Creación lo mismo que Dorotea: la avaricia que ha provocado que dos
funciones tan diferentes como la libidinosa y la urinaria hayan de valerse de
un mismo dispositivo.
Tomando
en cuenta lo anterior, Llorenç Villalonga concluye: “He aquí cómo una
analfabeta coincidía con las elucubraciones de un judío genial que desde Viena
empezaba a trastornar el mundo.” Al terminar de citar a Villalonga, será
Jiménez Lozano quien reflexione al respecto
(…) lo
más interesante en esta anécdota me parece el hecho que subraya Villalonga: que
una niñera analfabeta pueda decir exactamente lo mismo que The Lady’s Dressing Room y Cassimus
and Peter, de Swift, lo mismo que Freud y Bleuler. Y, desde luego, no ha
estado influenciada por esas lecturas; es un aviso que un estudioso o crítico
literario no debiera olvidar.
Lo del
principio, sucede que consideraciones propias del mundo académico a veces no
están tan lejos -como podría suponerse- del ciudadano de a pie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario