jueves, 14 de noviembre de 2019

Noveleras


Mientras aparecen nuevas palabras otras se van perdiendo en el camino, seguramente es inevitable. Por más que se acepte que así son las cosas, no quita la existencia de cierta nostalgia que ello provoca. Muchos son los ejemplos de los términos que van cayendo en el olvido y Carmen Martín Gaite repara en uno de ellos. “Hoy ha caído en desuso el adjetivo de novelera con el que era costumbre calificar, siendo yo niña, a cierto tipo de mujeres”; aun cuando reconoce que no le resultó tarea sencilla entender a qué se refería la expresión, la forma en que lo caracteriza es magistral.
Tardé en captar el sentido que las personas mayores daban a este vocablo. No se lo solían aplicar, con gran sorpresa mía, a aquellas mujeres que mostrasen una particular afición a la literatura, entre otras cosas porque en Salamanca (ciudad en la que yo nací y me crié) ése era ciertamente un espécimen más bien escaso en aquel tiempo, sino -como pude ir sacando en consecuencia luego- a las que no se reconocían demasiado satisfechas en el seno de los argumentos rutinarios que formaban la trama de su vivir y, para paliar aquel descontento, o bien hablaban de lo mucho que les gustaría conocer gente nueva, viajar, asistir a fiestas maravillosas, casarse con un duque o ser artistas de cine, o bien desorbitaban la realidad al calor de sus sueños y narraban como una aventura excepcional los sucedidos más anodinos. 
Agrega Martín Gaite que el tono de la expresión variaba notablemente al referirse a una mujer casada, como que al pasar a ese estado civil se tenía que terminar por aceptar la vida tal cual es.
(…) recuerdo un dato curioso del que me di cuenta más tarde, y es que el tono despectivo con el que generalmente se pronunciaba aquella palabra tomaba acentos de reprobación si se trataba de mujer casada. Aún “es una chica novelera”, podía decirse con cierta condescendencia benévola, pero “lo que le pasa a esa señora es que es una novelera”, entrañaba ya un juicio más rígido.
También por aquellos entonces se usaba la palabra novelería para aludir al estado de fascinación momentánea que provocaba en las personas la irrupción de alguna novedad en la vida cotidiana.
Así concluye Carmen Martín Gaite la consideración del tema.
A mis paisanas no se las tachaba de noveleras porque leyeran pocas o muchas novelas, sino porque en su deseo de escapar de la realidad se adivinaban resonancias de aquellas otras heroínas de las novelas, que se perdieron por leer novelas y soñar con vivirlas.
¿Qué habrá sido de la vida de aquellas noveleras que conoció Martín Gaite?

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